2007, año del cambio climático y las energias renovables
Sin duda alguna este año nos vamos a tomar en serio el cambio climático. El informe del británico Stern, el documental de Al Gore, y sobre todo los hombres y mujeres del tiempo de medio mundo en las televisiones de nuestras casas, nos están convenciendo a todos de que la cosa va en serio. Que, o hacemos algo, o el siglo XXI será, literalmente, un infierno. La polución, el calor, la sequía, y los fenómenos meteorológicos extremos, pueden hacer imposible la vida en este planeta.
Las consecuencias de esta toma global de conciencia pueden ser enormes. En positivo, si nos ponemos las pilas y empezamos a movernos en la dirección correcta y a la velocidad adecuada, o en negativo, si nos invade a todos un pesimismo creciente al notar las consecuencias del calentamiento global y perder la esperanza de que se solucione.
Confiemos en que pase lo primero, y no lo segundo.
La UE se ha puesto las pilas, por una vez en la vida. Bruselas ha planteado un Plan Energético que aborda la necesidad urgente de reducir los gases contaminantes en un mínimo de un 20% para 2020. Y en asegurarse fuentes de energía alternativas al petroleo, más limpias, y a poder ser renovables. Incluso ahora resulta que la energía nuclear no es lo peor del mundo, sino que quizás puede sacarnos, al menos en este sigo, del atolladero.
La UE se propone conseguir que la temperatura del planeta sólo suba 2 grados en este siglo. Ya dan por sentado que menos es imposible. Y que sean sólo 2 está por ver.
Desde luego, en mi opinión, estamos ante el problema número 1.
Además, en paralelo, nos enfrentamos al agotamiento de las fuentes de nergía fósil, lo cual son, como dicen los americanos bad news and good news.
Son malas noticias porque si se agota el petróleo, pasaremos calamidades, porque nuestra economía se fundamenta en el oro líquido. Son buenas noticias porque quizás ese peligro aglutine esfuerzos para encontrar fuentes de energía alternativas, y en principio más limpias, con lo cual se puede ayudar a resolver el más grave problema medioambiental.
Hoy leía en el periódico Expansión un artículo de varios autores en el que daban muchos datos sobre el futuro de la energía, y venían a dulcificar los temores sobre agotamientos inminentes, afirmando que teniendo en cuenta las reservas existentes y las inversiones previsibles, las fuentes de energía actuales tienen aún para muchos años. Dos datos concretos: Las reservas de petróleo de Canadá y Venezuela son mayores que las de Oriente Medio; las reservas disponibles de gas natural en el mundo, equivalen a 130 años al ritmo actual de consumo.
Habrá mucho que reflexionar en estos temas en este siglo.
Y ojalá al fin resolvamos el doble problema: tengamos la energía que necesitemos, y consigamos que el modelo sea ambientalmente sostenible.
Nuestros nietos nos lo agradecerán.