A vueltas con la productividad española
He pasado tres días en Madrid, aprovechando que era fiesta en Barcelona. Me han servido para darle un buen empujón a la parte final del libro EL LEGADO DE ARTHUR ENDERSEN que estamos escribiendo Carmelo Canales y yo, y que esperamos publicar en Noviembre o Diciembre.
Paseando a media mañana por las calles del barrio de Salamanca, y viendo los bares y cafeterías llenos a rebosar, meditaba sobre nuestro sistema de vida y el impacto que tiene en la productividad.
Somos un país en el que la gente empieza a trabajar, en general, tarde. Nadie antes de las 8, y lo normal es a las 9, e incluso a las 9.30. A media mañana es normal hacer una pausa, dejando el puesto de trabajo, para el desayuno o almuerzo, que de ambas maneras se le llama. A medio día se va a comer tarde, a las 2 como mínimo. Hay quien ni siquiera vuelve al trabajo por la tarde (dichosos ellos) y los menos afortunados vuelven por lo general entre las 3 y media y las 4.30 (también hay quien vuelve a las 5 pm). Después, eso sí, se trabaja hasta las 19.00 como mínimo, y hay quien no sale hasta las 20.00 o incluso alarga la jornada más allá de esa hora. No es raro que haya quien deje el trabajo a las 21.00
La conciliación de la vida familiar es imposible con esos horarios. Se puede decir que los españoles conciliamos con los compañeros de trabajo a la hora del almuerzo, o con la familia, quienes pueden hacerlo, a la hora de la comida. ¿Quienes suelen pagar el pato? Los niños.
Y desde la perspectiva de la productividad, mal. Arrancar por la mañana para parar a media mañana, volver a arrancar y volver a parar a mediodía, para volver a rrancar a media tarde, es literalmente de locos.
A todo eso, añadir que los programas de televisión más`populares acaban a la 1 de la madrugada o más tarde, por lo que el español medio no duerme lo que debiera.
¿Podremos cambiar eso algún día? Hay una nueva generación, sobre todo de mujeres profesionales, que lucha para cambiarlo. Pero yo no creo que lo vea.