Análisis somero de los Presupuestos Generales del Estado 2021 (1)
Cualquier ciudadano español debería leerse con detenimiento los Presupuestos Generales del Estado (PGE), aunque no es, ni mucho menos, una tarea fácil.
Deberíamos hacerlo porque en los PGE es donde se concreta la política del país. De cualquier país. Porque una cosa es que los políticos digan que quieren hacer una cosa o incluso que van a hacerla, y otra es que realmente la ejecuten, y lo demuestren con dinero asignado en las partidas presupuestarias. Lo que no está en los PGE es pura ideología utópica más o menos bienintencionada que se la lleva el aire. Los PGE son, de verdad, la concreción de las ideologías políticas y de las estructuras (más o menos eficientes) de un Estado. Para bien o para mal.
Reclamo un mayor debate social, ciudadano sobre los presupuestos; un debate que no realizan los medios de comunicación como debieran, para trasladar al público, de forma clara y transparente, el detalle de cómo se está repartiendo el dinero de sus impuestos.
Ante todo debo decir que mi lectura de los PGE contenidos en el BOE es la de un ciudadano, no la de un experto en el tema, y pido disculpas por adelantado si algún tema no lo he interpretado bien o no lo he entendido, y estaré encantado de que cualquiera con mayores conocimientos me corrija. Eso si, debo decir que tengo 66 años y después de dos licenciaturas universitarias (en materias económicas y jurídicas) y muchos años de ejercicio profesional, no me ha resultado nada fácil cuadrar los números que se muestras en nuestras cuentas públicas, que utilizan un lenguaje complejo que me retrotrae al mundo burocrático de las novelas de Larra.
La primera cifra que destaca es que el gasto público presupuestado asciende a 455.900.000.000 de euros (455,9 miles de millones de euros, MM€), una cifra gigantesca, cuya magnitud ya implica una opción política. A algunos les parecerá insuficiente y a otros excesiva. Pero es la que es, dejando al margen una parte de las administraciones públicas (empresas públicas y otros organismos) que no están sujetos a la pura contabilidad presupuestaria.
Yo me he permitido dividir esa enorme cifra en 6 bloques, que he ordenado de mayor a menor importe:
Prestaciones a las personas, principalmente por pensiones y desempleo: 226,4 MM€
Sanidad, educación y cultura: 83,6 MM€
Fomento de la economía y las infraestructuras: 49,3 MM€
Organización y funcionamiento del Estado: 42,2 MM€
Deuda pública: 31,7 MM€
Justicia, Defensa, Seguridad y Política Exterior: 22,7 MM€
Creo que, una vez desglosadas como acabo de hacer, las cifras merecen ser bien meditadas. Las pensiones y el desempleo, se llevan prácticamente tanto dinero como todos los demás capítulos juntos. Ya se puede ver qué sensibles son nuestras cuentas a cualquier modificación de la legislación relativa a esos rubros. Obviamente, nuestras enormes cifras de paro y el benévolo sistema de pensiones que tenemos son buenos contribuyentes al enorme déficit fiscal que arrastramos. En estos momentos temas como el sistema de cómputo de las pensiones o los ERTEs están en el centro del debate político y social.
Voy a a tratar de desglosar un poco más cada capítulo en sucesivos post, para que este no sea demasiado largo.
Pero no quiero acabar sin exponer dos pensamientos que me vienen a la mente cuando veo cifras tan grandes como las mencionadas:
A mucha gente le sale a cuenta dedicarse a estudiar y analizar esas cuentas para sacar el máximo provecho de ellas, aprovechando cualquier fisura por la que colarse. Son lo que podríamos llamar los "profesionales del presupuesto". Los hay en toda España, pero creo que están especialmente localizados en Madrid, donde muchas gente vive, honestamente o no tanto, del maná del Presupuesto. Así ha sido desde que se estableció allí la capital del Reino, y así seguirá siendo si no se hace algo para evitarlo. Estoy hablando básicamente de quienes reciben un salario público, una contrata pública, un subsidio o una pensión pública, que son muchos. A todos nos vienen ejemplos e incluso nombres de personas concretas, seguro, a la cabeza.
Cuánto dinero se puede derrochar cuando hablamos de cifras tan grandes. ¿Se podría hacer lo mismo gastando menos? Es una pregunta legítima, que nos haríamos cualquiera de nosotros en nuestras casas y desde luego nos la hacemos todos los días en nuestras empresas.
Los ciudadanos no nos olvidamos de que somos nosotros, con nuestros impuestos, quienes financiamos esta fiesta. Y no siempre pensamos que ese dinero se administre como debería. Pero este es un tema que dejaré para un último post en esta serie.