¿Aporta usted en proporción a lo que gana? ¿No? Pues a la calle.
En las empresas hay personas que ganan mucho y aportan poco. O aportan menos de lo que ganan. Si conoces un poco a fondo una empresa, sea un banco, una editorial o una constructura (es decir, la empresa que sea) enseguida te das cuenta de quienes son los que aportan menos de lo que ganan. Puede haberlos en todas las categorías profesionales, en todos los niveles organizativos.
Estoy pensando en directivos bancarios, por ejemplo. Con sueldos altísimos que no se corresponden para nada con su aportación, pero que siguen anclados en un pasado de puro y comilona. Pero así, como digo, hay muchos más.
Las empresas con organizaciones muy jerárquicas, de muchos niveles, tienden a producirlos en masa. En todos los niveles, pero especialmente entre los directivos. Directivos que se creen a salvo de la carga del trabajo y que se creen con el derecho divino al mando y a los privilegios de clase, pero exentos del deber de trabajar y aportar; es algo muy ibérico, muy español. Las organizaciones con estructuras más planas (como se dice ahora, más colaborativas) suelen evitarlo, porque si alguien no aporta, no trabaja, el equipo lo nota enseguida y lo rechaza. No hay privilegios, todos arriman el hombro. No hay jefes, o los jefes no son tan "jefes".
Las situaciones de crisis y de regeneración estructural como la que vivimos en estos momentos en gran parte del mundo, acaban con muchos privilegios, y uno de ellos es de los zánganos que se han aprovechado de la época de vacas flacas para cobrar sin aportar en proporción a sus ingresos. Los clientes, los accionistas e incluso el resto de directivos y empleados, ya no están dispuestos a permitirlo en estos momentos. Quizás esa reacción agudice la sensación de crisis (sobre todo para esos hogazanes privilegiados) pero a la larga mejorará las cosas. Es uno de los beneficios que nos emcontraremos al final de este túnel.
Por cierto, esto mismo es también aplicable a las empresas. Aquellas que no aporten en proporción a sus márgenes pueden empezar a prepararse. La revolución también está llegando para ellas.