Arquitectura organizacional
Los verdaderos líderes empresariales, aquellos que hacen de sus empresas proyectos exitosos y perdurables, son, ante todo, verdaderos arquitectos organizacionales.
¿Qué quiere decir que son arquitectos organizacionales?
Que se preocupan del diseño arquitectónico de su organización, para conseguir obtener la máxima eficiencia de la misma. Hacer que la organización sea un activo, aparte de las personas que pueblen ese edificio organizativo.
Una organización bien diseñada es como una casa acogedora y funcional, que ayuda a vivir bien, y que ahorra energía. Una organización bien diseñada es aquella que potencia las capacidades de las personas que la habitan. Que ayuda a las personas a conseguir los objetivos estratégicos con un margen adecuado de autonomía, que evita los solapamientos, que favorece la convergencia de esfuerzos y evita la divergencia de enfoques, y que, por encima de todo, es fiel a la filosofía de la empresa, y permite aplicarla sin trabas.
Como todo edificio, el edificio organizacional ha de compaginar coste y eficiencia. Ha de ser barato de mantener (sostenible) y ha de ser suficientemente flexible para adaptarse al entorno cambiante.
Ha de compaginar también las ideas generales con las aplicaciones concretas, aquí y ahora, acoplándose a los recursos de los que se dispone en cada momento (principalmente personas) para sacar el máximo partido de los mismos sin traicionar el espíritu del modelo.
Un buen directivo no se limita a ganar un objetivo puntual, a ganar una batalla aislada, sino que se asegura de que su equipo estará preparado para ganar las sucesivas batallas que se le irán presentando en el tiempo; es decir, para ganar la guerra frente a la competencia. Para ganar esa guerra, es más importante dotarse de un buen diseño organizacional que de las mejores personas. De hecho, las mejores personas surgen de buenos edificios organizacionales, y se rebelan y dejan la empresa si se les hace trabajar en entornos organizativos incómodos, incoherentes o ineficientes.
Un elemento clave de esa arquitectura organizacional es que la organización, el edificio organizacional, no dependa de un solo apoyo, de un solo líder. Como todo edificio, hay que asentar la organización en varias columnas de apoyo, una complementaria de la otra, sin que el edificio dependa de una de ellas en particular.
En conclusión
Los buenos gestores, aquellos cuyas empresas perduran, son verdaderos arquitectos de organizaciones. Podríamos decir que ese es su rasgo más característico. Y hay quien dice que el éxito de una empresa es 80% organización y 20% dirección (estrategia y ejecución).
En cuanto a si hay un diseño organizacional bueno per se, en mi opinión, no. La arquitectura de una organización se ha de adaptar a sus propias características, del mismo modo que no todas las casas son iguales, sino que se adaptan a las características del terreno y a la filosofía que quiere impregnarles su diseñador.
El diseño de una organización es función, pues, de la filosofía, los objetivos y los recursos de una empresa (humanos y financieros).
Pero, en cualquier caso, hay unos principios básicos que se respetan siempre, al margen de las peculiaridades del diseño.
Quizás el principio más importante es el respeto a la consistencia. Una organización debe apuntar en la misma dirección en todos sus puntos. Por ejemplo, no puede pretender ser centralizadora y descentralizadora a la vez.
Otros principios de arquitectura organizacional son: la clarificación de responsabilidades en cada puesto, la coherencia entre responsabilidad y autoridad, el respeto al ámbito de autoridad de los subordinados (no cortocircuitar), la designación clara de un jefe único y claro para cada persona, la limitación del número de subordinados directos a una cifra manejable, la fijación clara de objetivos anuales y plurianuales a cada persona por parte de su jefe, la coherencia entre los objetivos y los recursos, la evaluación formal del desempeño de cada persona al menos una vez al año, etc. etc.