Barcelona y el turismo: un éxito que hay que gestionar
Barcelona es un destino turístico en alza. La ciudad está materialmente invadida de turistas. Especialmente desde mayo a septiembre, aunque el nivel mínimo es alto durante todo el año. Hay zonas de la ciudad materialmente tomada por los turistas. Y el ayuntamiento está obligado a poner freno y orden a este fenómeno. Hay que ordenar para mantener al máximo los beneficios y reducir o eliminar, si es posible, los perjuicios. Si no se hace, a medio plazo pasarán dos cosas que nadie quiere: primero, volverán a surgir conflictos entre los barceloneses y los turistas, como ya ha pasado en la Barceloneta; y segundo, se acabará con la gallina de los huevos de oro, porque la ciudad acabará deteriorándose tanto que los turistas dejarán de venir. Y, obviamente, cerrarán hoteles y apartamentos.
El primer afectado por esos cambios va a ser el sector de la hostelería y los apartamentos turísticos. Barcelona tiene unas 70.000 plazas hoteleras (casi el doble que hace 10 años) y unos 10.000 apartamentos turísticos (que calculo que supone unas 40.000 plazas más). Es una capacidad muy considerable, que se concentra especialmente en algunos barrios, y que estimo que llega a suponer (estimo) un ratio ciudadano/turista que en algún caso llega a no superar la relación 2 a 1. Inasumible.
Poner orden supone frenar el crecimiento desaforado y desordenado que se ha dado hasta ahora. La autorización de apartamentos turísticos está actualmente congelada, en una moratoria hasta octubre de 2016. Y los permisos hoteleros se amontonan sobre la mesa de la nueva alcaldesa.
¿Qué es lógico que pase? Pues que se apueste por la selectividad, la calidad (con unos mínimos exigentes), que se evite la saturación en determinadas ubicaciones. En cuanto a los apartamentos turísticos, igual: exigencia de que se limiten a edificios completos, y que respeten unos mínimos de superficie y servicios.
Actualmente se venden apartamentos turísticos con un sobre coste de casi 100.000€ debido a las restricciones de permisos. Pero los que están en edificios de viviendas tienen sus días contados. El impacto que todo ello tendrá en el mercado inmobiliario será importante.