Boeing: la génesis de una crisis
Leo en Bloomberg que en noviembre de 2018 la compañía trasladó sus oficinas de Seattle, donde concentraba toda su plantilla, a Chicago, dejando en Seattle a sus ingenieros y operarios. Los periodistas de Bloomberg sugieren que ahí empezó todo. Se centraron en el valor para el accionista, pero se olvidaron de hacer un producto fiable y de escuchar a quienes lo hacen.
El resultado ya lo conocemos: centenares de personas muertas al estrellarse sus aviones (el 737 Max) y la empresa inmersa en la mayor crisis de su historia.
Creo que es una lección que sirve para cualquier empresa, y cuyas enseñanzas son:
Si quieres que tu empresa no pierda el norte, mantén un equilibrio entre la generación de valor para tus accionistas y la generación de valor para tus clientes e incluso tus empleados.
Si puedes hacerlo, trata de que tu plantilla esté junta, no separes a unos de otros. Financieros, comerciales, ingenieros y obreros deben sentir que están en el mismo barco y deben conocerse unos a otros.
Una empresa equilibrada no prioriza a unos en detrimento de otros, sean públicos internos o externos.
La innovación y la excelencia crece en un entorno de colaboración, y la proximidad facilita esa colaboración.
El conocimiento mutuo facilita la colaboración.
No es lo mismo hablar del producto que verlo con los propios ojos: en el almacén, en la fábrica.
Los obreros se sienten más motivados si ven a los trabajadores de cuello blanco cerca, y no en la comodidad de las moquetas en modernos edificios acristalados y céntricos, donde alguno no ha visto nunca el producto de cerca.
Es decir, moraleja: no separe sus oficinas de su fábrica y su almacén, si es posible.