Capacidad futura de mantener el ritmo de generación de valor
¿A qué responde el valor de una empresa? ¿Es la evolución de la cotización un indicador claro de su salud real? Un artículo reciente de Richard Dobbs y Tim Soller, en el McKinsey Quaterly del 1º trimestre de 2005, titulado Measuring long-term performance, defiende que la salud de la salud de una empresa va más allá de los avatares de su cotización. Afirman que la Bolsa a veces no ve más allá de la evolución de los beneficios por acción (BPA) en el corto plazo, pero que los inversores no se preguntan por la salud real de la empresa, y si es sostenible su rentabilidad y crecimiento en el futuro. De hecho, el BPA es manipulable, acometiendo inversiones, cambiando la estructura financiera, o comprando sus propias acciones, por ejemplo. Los autores defienden una forma diferente de medir la evolución del valor intrínseco, y proponen una serie de indicadores para medir la medir la capacidad de la empresa de seguir generando valor.
Una forma diferente de medir el valor El valor se define por el resultado de la compañía, tanto histórico como esperado en un futuro. Proponen medirlo con dos indicadores: 1.El ratio de crecimiento promedio a largo plazo 2.El ratio de retorno sobre los capitales invertidos (ROCE, returns on capital employed, o ROIC, returns on invested capital), comparado con el coste de capital. Dichos indicadores se han de comparar con sus competidores. Y no basta con hacerlo en términos porcentuales, sino también en términos absolutos, porque es más fácil crecer cuando se es pequeño.
Indicadores de la capacidad de seguir generando valor Siguiendo la línea del Balanced Scorecard de Norton y Kaplan, los autores defienden el uso de un conjunto de indicadores que apunten a la capacidad de la empresa de seguir generando valor a corto, medio y largo plazo. Dichos indicadores, del mismo modo que en el cuadro de mando integral, forman unas capas sucesivas de explicación de la generación potencial de valor, para acabar mostrándose en el tiempo presente en los resultados reales alcanzados en cada ejercicio por la empresa. Las capas, empezando por la base de una pirámide de indicadores, son las siguientes, hasta alcanzar el nivel 6 que es el valor intrínseco real alcanzado: 1.Salud organizativa 2.Fortaleza estratégica a largo plazo 3.Solidez estructural a medio plazo 4.Productividad a corto plazo 5.Resultados 6.Valor intrínseco Aunque cada empresa requiere adaptar los indicadores a las características de su negocio, un detalle mayor de los citados indicadores lo encontrará el lector en la sección de artículos de esta web.
Lo que está claro, recuerdan los autores, y con razón, es que las buenas empresas no siempre son buenas inversiones, ya que a veces es mejor apostar por malas empresas y baratas, que pueden experimentar mejorías notables y grandes plusvalías, que por buenas empresas a las que se exige siempre el máximo y que sus precios, caros, ya descuentan extraordinarios resultados, que a veces caen estrepitosamente al ofrecer en algún momento el menor síntoma de decaimiento en los mismos. En cualquier caso, las buenas empresas son siempre una buena apuesta a largo plazo.