Las empresas se quejan de los clientes no les son fieles, pero son ellas mismas las que provocan esa infidelidad tratando mejor a aquellos clientes a los que quieren enamorar que a los que están “casados” con ellos.
¿Os suena, no?
Todos lo sufrimos en nuestras propias carnes.
Sin ir más lejos, cuando he de renovar mi suscripción a dos medios a los que he sido fiel (hasta ahora), los diarios Expansión y La Vanguardia, me encuentro con que me cargan ambos 90€ por la suscripción anual, pero la ofrecen a nuevos clientes que quieren captar (a mi creen que ya me tienen en el saco) por 29,95€ y 19,90€ respectivamente.
Directamente me están incentivando a que me dé de baja y o me vaya a otro medio, o me dé de alta a nombre de otra persona o sociedad allegada a mi. Después se quejarán de que tienen una alta rotación de suscriptores.
Me deja perplejo ver esa diferencia de trato entre el cliente viejo y el cliente nuevo. ¡Cuando habría que ser al contrario! ¿Quieres tener más clientes, más suscriptores? Yo soy suscriptor digital; si estuviera contento, influiría en otros para que se suscribieran y ellos aumentarían sus ingresos sin coste marginal alguno.
Haciéndolo así lo que tienen es un cliente cabreado…
Las empresas inteligentes basan su marketing en demostrar a sus clientes que son apreciados y agasajados con ventajas, cuanto más antiguos mejor, cuanto más consuman mejor, etc. Y los que no son clientes tratarán de serlo para conseguir las ventajas de los que lo somos. ¡Pero pagando lo mismo o más de lo que pagamos los clientes fieles, no menos!
Desde luego, parece evidente pero...
Habrán hecho sus números