Crisis, crisis, crisis
En España,lo mismo que en la mayoría de países del mundo, excepto los países productores de petroleo y materia primas, la sensación de crisis es generalizada. Y hablo de "sensación" porque aunque sin duda existen factores de preocupación, como el encarecimiento evidente del petroleo y las materias primas, lo peor de la actual coyuntura económica es precisamente la preocupación. Una preocupación provocada por la incertidumbre y por la aportación de aquellos agoreros que apuestan por una recesión en toda la regla.
Es literalmente, o parece, un pulso, entre quienes creen que saldremos relativamente rápido de la espiral de crisis actual, y aquellos que avanzan casi literalmente el advenimiento del fin del mundo.
Al final es una cuestión, como en otras muchas cosas, de dirimir si estamos ante un círculo vicioso que nos hundirá más y más en la miseria, o de si más pronto que tarde seremos capaces de cambiar la dirección de ese círculo, reconvirtiéndolo en un círculo virtuoso.
Leyendo las opiniones del profesor Nouriel Roubini, un pesimista estructural, vamos hacia una crisis sistémica, pero hay dos puntos entre los que cita el brillante profesor, en los que no coincido:
1. Roubini es pesimista respecto al futuro de las aseguradoras monoline, y cree que su caída afectará al sistema financiero. Yo creo, o quiero creer, que el gobierno americano no permitirá que caigan las monoline. Creo que el gobierno USA puede y debe sostener a las monoline.
2. Lo segundo es la visión sobre cuando los fondos soberanos, que son los que tienen el dinero ahora, van a venir al rescate del mundo civilizado, comprando todo lo que esté a la venta, y actuando de motor de arranque de esta economía global ahora "calada". Yo cre que el dinero les quema en las manos a estos reyes Midas del siglo XXI, y creo que más pronto que tarde se pondrán a comprar.
Para acabar he de decir que aunque sea optimista globalmente, creo que en algunos sectores, como el inmobiliario, el financiero, el automovil y el de la energía, se apuntan cambios muy drásticos, que conducen a una inevitable mejora de los modelos de negocio, basados en mayor racionalidad y sostenibilidad que de las que hasta ahora han hecho gala.
Aunque, dicho todo lo dicho, a corto plazo, al menos hasta septiembre, lo mejor es estarse quieto y limitarse a poner orden dentro de la casa de cada uno, a eliminar lo superfluo, y ¿por qué no? a irse de vacaciones, pero no al Caribe o al otro lado del mundo, sino algo más sencillo y baratito.