El efecto dominó
Esta crisis, como muchas otras, está causada por el efecto en cascada de los temores que se están extendiendo a partir de la llama inicial de la crisis de las hipotecas subprime concedidas por diversas entidades norteamericanas, y su extensión, como si se tratara de un virus, a través de la titulización, a otras diversas y por ahora desconocidas entidades de todo el mundo.
¿Qué está provocando esta crisis?
En el lado del sector financiero está produciendo una crisis de confianza entre los bancos, que no saben quien está afectado por el virus y quien no lo está. Es como el SIDA financiero. El resultado es que el miedo al contagio se ha generalizado, y que nadie se fia de nadie. Los bancos se muestran reticentes a prestar dinero a otros bancos en el interbancario. El tipo de interés interbancario ha subido irracionalmente. Como consecuencia de todo ello se está produciendo una crisis de liquidez, a la que han de salir al rescate los bancos centrales. Al menos para prestarle dinero a aquellas entidades que se van afectadas de rebote, sin tener ninguna culpa.
En paralelo, los gobiernos deben hacer un esfuerzo por aclarar cuál es el impacto exacto de la ola de insolvencia, del tsunami subprime.
En los mercados bursátiles está provocando una crisis inducida por dos factores:
a. El temor a que la banca cierre el grifo del crédito a las empresas.
b. El temor consiguiente a que la restricción del crédito afecte a la inversión y el consumo de empresas y consumidores respectivamente. Y todo ello conduzca a una recesión.
De todas formas, el problema de fondo, como siempre, son los temores. Y los temores están fundados en la incertidumbre. Y la incertidumbre está causada por la falta de información clara.
Responder cuanto antes a la pregunta de quien está afectado y por cuánto es urgente e imprescindible si se quiere parar este caos.
Es mejor saber cuál es la dimensión del problema que especular con todo tipo de escenarios.
Cuando se conozca el problema se apagará la llama de la incertidumbre, y es posible que el círculo vicioso en el que han entrado los mercados en estos tres últimos meses se invierta por fin.
¿Qué puede ocurrir entonces?
Que el temor de los bancos al efecto dominó se demuestre exagerado, y que el interbancario se normalice. Que la banca normalice el crédito, aunque ello suponga abandonar prácticas en exceso laxas del reciente pasado. Que todo ello favorezca la entrada en una senda de bajada de tipos del dólar a corto plazo, y del euro a medio, como estaba previsto, si la inflación se comporta bien a ambos lados del Atlántico.
El pequeño inversor no debe perder la calma. Aunque es posible que a algunos de ellos les haya afectado en alguna de sus posiciones, de forma colateral, porque ha habido títulos encumbrados por el tigre especulativo algo desbocado al que en esta crisis se le dará sepultura. Al menos por un tiempo; porque ese tigre es consustancial a la existencia del hombre y de los mercados financieros. Quizás los reguladores tomen nota de qué es lo que lo ha alimentado esta vez, y tomen medidas para que tarde lo máximo posible en volver a resurgir. La mala regulación de las hipotecas subprime en USA, y la falta de control adecuado a los riesgos de la titulización de esos créditos, pasando por la heterodoxa (por decirlo finamente) actuación de las agencias de rating (que han estado ayudando a diseñar instrumentos que ellas mismas calificaban con exceso de alegría) están entre los problemas que los gobiernos y reguladores han de solucionar mejor.