El envejecimiento de la población mundial nos hará a todos más pobres
Estamos condenados a un estancamiento económico serio a lo largo de este siglo, como consecuencia del proceso de envejecimiento de la población mundial. Eso afirman Farrel, Ghai y Shavers en un artículo en la web de la revista cuatrimestral de la consultora McKinsey.
El mundo se hace paulatinamente más viejo, y en especial en los países más ricos: Japón, Estados Unidos y la Europa Occidental. El ratio de fertilidad es cada vez más bajo, y la esperanza de vida más alta. El resultado es que somos cada vez más viejos.
La única nota disonante está en los países menos desarrollados, cuyas poblaciones son aún jóvenes, pero ¿podrán equilibrar con su juventud la balance del estancamiento que va a venir de los países más ricos?
En este tema, como en muchos otros, las miradas se vuelven hacia las dos grandes potencias sociales y económicas emergentes en la actualidad: China e India. Probablemente su crecimiento demográfico y económico va a ser el motor de la economía global en el primer cuarto de siglo, con el resultado final de que para el 2025 estarán entre las grandes potencias económicas, sobrepasando a la mayoría (quizás a la totalidad) de las naciones europeas.
Pero, ¿y luego qué?
En mi opinión, ambos países acabarán estabilizándose y adoptando los estándares occidentales, y lo harán rápido. Y además, se va a seguir produciendo a lo largo de los próximos 20 años una creciente presión de los valores ecologistas como consecuencia de la necesidad de recobrar el equilibrio de recursos que estamos perdiendo poco a poco.
El resultado, creo, será que hacia 2040-2050, si no antes, se producirá una crisis del modelo social y económico tal como lo entendemos ahora, hacia un modelo basado en una nueva escala de valores personales y sociales, que forzará a un nuevo modelo económico, menos sensible al consumo, al crecimiento, a la mejora permanente de la productividad, a la acumulación ilimitada de riqueza, y más sensible al entorno, más equilibrado en lo personal y lo social, más lento, más sostenible.
Será lo que podríamos llamar una NUEVA ECONOMIA DEL EQUILIBRIO, en lugar de la actual del crecimiento a ultranza.
Acomodarse al nuevo modelo no será nada fácil, pero los viejos pueden ayudar; pueden pasar de ser el problema a aportar la solución. Una coalición de los viejos con los jóvenes será la clave del cambio que se avecina.