Hoy me recordaba Javier Amézola (que acaba de dejar Accenture como socio) que cuando se quemó el edificio Windsor en Madrid, donde estuvieron las oficinas centrales de Arthur Andersen en España, a través de los móviles se convocó un encuentro espontáneo delante de las cenizas del edificio de multitud de exArturos.
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El espíritu del Windsor
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Hoy me recordaba Javier Amézola (que acaba de dejar Accenture como socio) que cuando se quemó el edificio Windsor en Madrid, donde estuvieron las oficinas centrales de Arthur Andersen en España, a través de los móviles se convocó un encuentro espontáneo delante de las cenizas del edificio de multitud de exArturos.