El futuro de los biocombustibles es posible sin subvenciones
Mis lectores saben que el tema de los biocombustibles me interesa sobremanera. Ya he escrito antes sobre él.
Me interesa como agricultor, porque a los agricultores cualquier diversificación de su producción, de forma que sus ingresos no procedan exclusivamente de la alimentación humana (o animal), sino que pasen a depender también del consumo de energía, es marcadamente positiva.
En ese sentido, quiero destacar un informe reciente que he leído en el McKinsey Quarterly, en el que dicha firma de consultoría afirma que si el petróleo sigue a 70-80 dólares el barril, para el año 2020 se podrá producir bioetanol, (el biocombustible más utilizado ya en estos momentos, si no me equivoco), de forma rentable, y al margen de subvenciones, de forma que el 50% de las necesidades de petróleo para el transporte quedarán cubiertas por dicho biocombustible. Y si dicho porcentaje no lo preven más alto es por la escasez de materias primas.
Estas afirmaciones suponen redoblar la esperanza de que los biocombustibles jueguen un papel capital en la energía del futuro, limpia y no dependiente del petóleo. Pero también apuntan a los riesgos que ya se temen: escasez de materias primas, escasez de alimentos.
Hay que trabajar duro, en los próximos años, para perfeccionar las técnicas de producción de bioetanol y biodiesel a partir de materias primas agrícolas. Hay que ampliar el espectro de posibles materiales a ser usados, y hay que mejorar el ratio de producción en relación a la cantidad de materia prima.
Estoy seguro de que se logrará. Hay grandes oportunidades en los biocombustibles, que quienes quieran aprovechar deben conocer y explorar desde ya mismo.