El mercado es lo primero
Aunque es válido siempre, en tiempos de crisis lo es más: hay que adaptar la dimensión de la empresa al tamaño del mercado al que conseguimos acceso.
Lo primero es el mercado. Los esfuerzos empresariales se han de centrar en conseguir más ventas, ya sea a nuevos clientes o a los clientes actuales. Una vez se han conseguido nuevos clientes o nuevos pedidos es cuando hay que tomar las medidas necesarias para asegurarse de que se les puede servir adecuadamente. Es decir, hay que prepararse para conseguir más clientes, preparando prototipos de los productos o planificando el modo de aumentar la producción o activar la logística, pero no hay que gastar o invertir hasta que esa demanda cristaliza y se concreta.
Los empresarios que hacen al revés: invertir primero y ponerse a buscar (o peor, a esperar) el mercado después, suelen tener problemas de rentabilidad y/o financiación. Las crisis de demanda, como la actual, ponen en esa situación a muchos empresarios, que deben tomar la difícil decisión de desinvertir, de hacerse más pequeños, si quieren sobrevivir.
En paralelo, la mejor forma de conseguir la flexibilidad que requiere la adaptación a una demanda en franco retroceso, a la vez que estar preparados para la recuperación de mercados, es externalizar todos aquellos procesos que lo permitan.