Las empresas no dudan en decir que a los clientes hay que retenerlos y fidelizarlos, pero ¿quien no ha experimentado en sus carnes la amarga sensación de que no le importamos nada a una empresa de la que somos clientes? No es raro que ante una llamada pidiendo ayuda para un servicio de mantenimiento o de arreglo de una avería, alguien al teléfono (a veces después de varios intentos) tome nota, pero el cliente no reciba noticias en días.
El milagro de ser atendido
El milagro de ser atendido
El milagro de ser atendido
Las empresas no dudan en decir que a los clientes hay que retenerlos y fidelizarlos, pero ¿quien no ha experimentado en sus carnes la amarga sensación de que no le importamos nada a una empresa de la que somos clientes? No es raro que ante una llamada pidiendo ayuda para un servicio de mantenimiento o de arreglo de una avería, alguien al teléfono (a veces después de varios intentos) tome nota, pero el cliente no reciba noticias en días.