El panorama de las inversiones financieras ha cambiado

Quienes serán los ganadores y los perdedores

El aumento del precio del dinero, como consecuencia de la subida generalizada de tipos de interés, junto con la mayor incertidumbre, provocada por la inflación y el entorno geopolítico (del que es especial causante, pero no único, la guerra ruso-ucraniana), ha hecho caer las valoraciones de todos los activos, porque los inversores pagan menos por los hipotéticos ingresos futuros. Es así de fácil.

Como consecuencia se han frenado las salidas a bolsa y se ha producido un desplazamiento a la calidad, valorando los ingresos recurrentes, los EBITDA positivos y el poco endeudamiento.

Han caído los multiplicadores de EBITDA a la hora de valorar una empresa y se penaliza especialmente al alto apalancamiento.

En ese extraño contexto, van a sobrevivir mejor quienes hayan comprado barato y estén poco apalancados. Y eso vale para empresas, fondos de inversión e inversores en general.

Los que hayan comprado caro y/o estén muy endeudados, lo van a pasar mal.

Vale la conocida frase de que “cuando baja la marea, se ve quién se bañaba desnudo”.

Los inversores hemos de ser especialmente selectivos. Sacrificar rentabilidad a cambio de seguridad. Y escoger los mejores gestores, las mejores empresas, con mayor acierto que nunca.

Yo soy un inversor de TIR (tasa interna de rentabilidad anual), antes que de multiplicador (por cuánto multiplico el dinero invertido). Siempre he pensado que “más vale TIR en mano que ciento volando”. Porque estamos en época de TIRes a la baja, y ahora más que nunca hay que extremar la prudencia y salir de las inversiones con beneficio, aunque sea poco, en cuanto se pueda.

Y esto sirve para todo tipo de activos, ya sean cotizados (acciones o bonos) como no cotizados (private equity en general).