Estos días de Semana Santa, la lectura de un manuscrito de Jordi Torrent, el director de estrategia del Port de Barcelona, para evaluar su posible publicación en mi editorial Libros de Cabecera, me ha hecho reflexionar sobre la globalización del comercio de mercancías y su papel en la crisis de las cadenas logísticas que hemos vivido a raíz de la Covid-19 y la sucesiva crisis inflacionaria que aún padecemos.
El autor defiende que entender el comercio marítimo ayuda a entender el mundo (¡y está en lo cierto!) y aporta multitud de datos, de los que me permito entresacar uno que creo que es muy ilustrativo: 7 de los 10 principales puertos del mundo son chinos, y 9 de los 10 son asiáticos. El primero del mundo es Shangai; el segundo es Singapur. El único no asiático es el de Los Angeles, y eso es porque es el puerto de entrada de los productos chinos a Estados Unidos.
Si a estas alturas alguien dudaba de que la globalización pasa por China, estos datos son determinantes. Si los puertos chinos sufren cualquier incidencia, como ha pasado con la Covid, las economías de todo el mundo están afectadas. La dependencia es abrumadora, como todos ya sabíamos o nos imaginábamos.
También me ha hecho pensar en los monopolios u oligopolios que existen alrededor de las cadenas logísticas, y el impacto que tienen en el coste de los productos y por tanto en la inflación que sufrimos todos.
Por ejemplo, en el mundo de las navieras portacontenedores, explica Torrent, existe un oligopolio global, porque la oferta la dominan solo 3 macro-navieras: MSC, Maersk y CMA-CGM, las tres europeas, pero con presencia global, como no podía ser de otro modo. Si nos damos un paseo por cualquier puerto del mundo, la inmensa mayoría de los contenedores pertenecen a estas tres grandes operadoras. En estos años pasados de crisis de la cadena logística, los fletes se pusieron por las nubes y las tres se anotaron beneficios astronómicos. Fue la llama que encendió la inflación, junto con el aumento de los costes energéticos.
La globalización ha hecho que el coste de la inmensa mayoría de productos esté afectado por los costes del transporte internacional. Y ahí mandan estos tres gigantes.
Otro caso similar es el de la compañía que cuasi monopoliza el alquiler de palets para transportar mercancías: la australiana Chep, filial del grupo Brambles. Prácticamente todo el transporte de mercancías en el mundo se realiza encima de palets y la mayoría de ellos pertenecen a Chep. Es decir, que cuando los consumidores pagamos por cualquier producto, su coste incluye el alquiler a Chep, que se encarga de proporcionarlos a las empresas fabricantes para que los manden a los puntos de venta (son especialmente fuertes en la industria alimentaria) y luego los recogen para reciclarlos y ponerlos de nuevo a disposición. Un negocio excepcionalmente bueno, que pone su granito de arena en el coste de la cesta de la compra.
Y hay más peajes en las cadenas logísticas que nos son desconocidos a la mayoría de pequeños empresarios y a los ciudadanos en general. Todos ellos, en muchos casos, esconden situaciones de cariz monopolístico. A título de ejemplo me atrevo a citar tres más: transitarios, agentes de aduanas y estibadores. ¿Alguien se preocupa de generar suficiente competencia en estos sectores y de evitar situaciones de privilegio?
La sociedad busca a los culpables de la inflación, pero no se hace un esfuerzo suficiente. Muchos de los eslabones en la cadena de la inflación están escondidos, viviendo confortablemente a costa de todos…
Detalles sorprendentes e impresionantes.
Quien sabe que un monopolio está detrás de algo tan diario como los palets ?!