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Entender el mundo
En estos momentos, más que nunca, es imprescindible tener una cierta idea de hacia dónde va el mundo, para no perderse.
El management del siglo XXI se inventa día a día. Con un mercado realmente global, tus competidores globales, tus clientes y proveedores globales, el talento dispuesto a deplazarse a cualquier lugar del mundo, y el entorno social y regulatorio moviéndose a una velocidad hasta ahora nunca vista, ¿quién se aburre gestionando una empresa? ¿quien tiene tiempo para hacer la siesta?
McKinsey apunta cinco elementos que en este momento son claves para entender cómo se mueve el mundo y porqué, y para plantearse oportunidades de negocio:
Lo que llama el gran reajuste (the great rebalancing), por el que los países emergentes harán una contribución mayor al crecimiento global que los desarrollados.
El imperativo de la productividad, que se impone a los países desarrollados, al mundo occidental (Europa y Estados Unidos los primeros). La innovación ha de ir orientada al incremento de la productividad si esos países no quieren quedar rezagados.
La conexión global. El mundo está más conectado que nunca, y ese proceso aún va a continuar. Como nos recuerda el título de un famoso best seller: The world is flat, el mundo es plano. Cada vez más nos sentimos todos en la misma aldea global. Apenas quedan espacios aislados. El dinero, las mercancías, la información, las personas, se mueven sin traba por todo el mundo, con una rapidez inusitada, que aún crecerá en este siglo. En consecuencia, las empresas han de pensar globalmente más que nunca.
El cuidado del planeta. La preocupación por el medio ambiente y la sostenibilidad del entorno han llegado para quedarse y su influencia aumentará según avance el siglo, con generaciones de humanos más y más concienciados. Todos los negocios van a tener que seguirlo. Y nuevas oportunidades de negocio surgirán. También éste es un espacio enorme de innovación.
El estado global y eficiente. Las estructuras políticas se están quedando obsoletas. No tiene sentido un mundo que ya es económica y socialmente global, gobernado por gobiernos eminentemente locales. Hay una asimetría insostenible en ello, que va a quebrar en algún momento. Europa lo está notando en sus carnes ahora mismo, con la crisis del euro y todo lo que conlleva. Además, la propia manera de hacer la política va a tener que cambiar, con ciudadanos del mundo, perfectamente informados al instante, y con unas necesidades políticas diferentes que las del pasado. La política se ha de reinventar en el siglo XXI. Aunque parezca mentira, también aquí hay un espacio extraordinario de innovación.