Nos quejamos de que en las grandes ciudades hacemos un uso excesivo del coche. Que los atascos son continuos y la contaminación inasumible. Que deberíamos hacer un mayor uso de los transportes públicos. Especialmente para entrar y salir de las ciudades.
Es cierto. Pero hemos de preguntarnos por qué ocurre eso.
Yo tengo una respuesta. Al menos para mi ciudad, Barcelona, y para el desplazamiento de la periferia a la ciudad y viceversa.
Es algo que sufro frecuentemente. Ayer mismo, por no ir más lejos. Después de dejar a nuestro nieto en casa de sus padres, mi mujer y yo fuimos a coger el tren de vuelta a casa, a 20 kilómetros del centro de la ciudad. Después de esperar al tren, la operadora (Renfe) nos sorprendió con un tren corto en el que no cabían todos los pasajeros y en el que una parte importante tuvo que viajar de pie. Después de un día de trabajo, no apetece viajar de pie en un tren abarrotado.
La pregunta es obvia: ¿no son capaces los gestores del servicio de poner trenes largos, de mayor capacidad, en los momentos que la demanda lo justifica? Esos trenes existen. ¡Y a veces los he cogido en horas valle!
En definitiva, una mala gestión genera un descontento del cliente. Cliente que en este caso no tiene la opción de optar por otro proveedor del servicio, sino que, en muchos casos va a optar por utilizar su propio vehículo, contribuyendo a la deshumanización de la ciudad y a la crisis climática.
Sería fácil evitarlo: un poco de buena gestión. ¿Es mucho pedir a los funcionarios de Renfe? Quizás sí, pero ¿hemos de resignarnos?
Sin duda alguna!!!!
Paco, si gran parte de los salarios que cobran tan magníficos gestores dependiera de la satisfacción que manifestasen los usuarios seguro que se obtendría una notable mejora ☺