Es tiempo de olvidar el crecimiento y centrarse en la rentabilidad
Hay que asegurar los negocios y ponerse en modo generación de recursos
La vida de cualquier empresa es un trayecto que pasa por períodos de rentabilidad y períodos de crecimiento. Lo normal es que a un ciclo de rentabilidad le siga uno de crecimiento (con los recursos generados); ya un ciclo de crecimiento le siga uno de rentabilidad (para recuperar los márgenes y recomponer el patrimonio neto).
Son raras las empresas que consiguen a la vez rentabilidad y crecimiento. Aunque existen, si encuentran la forma de hacerlo. Aunque suele ser por poco tiempo, si los competidores consiguen imitar esa fórmula.
Obviamente, las empresas que ni consiguen rentabilidad ni crecimiento, están condenadas a la quiebra y a la desaparición. Quizás a la venta a alguien que crea ser capaz de rentabilizar sus activos, si es que los tiene.
Las startups suelen seguir un largo ciclo inicial de crecimiento, a la espera de pasar en algún momento a la rentabilidad. Obviamente ello es posible gracias a la captación de grandes cantidades de capital. Lo malo es que algunas nunca alcanzan la rentabilidad prometida, y en algún momento se cierra el grifo del capital. ¿Cuándo? Básicamente cuando el crecimiento flaquea.
En el otro extremo, muchas empresas establecidas, con una historia de años de rentabilidad, que no quieren renunciar a la misma y por ello no apuestan por ninguna innovación porque no quieren poner en riesgo la rentabilidad, ni quieren renunciar a sus jugosos dividendos, algún día se dan cuenta (tarde) de que alguien (quizás una startup exitosa) les roba cuota de mercado a marchas forzadas y pone en peligro su rentabilidad. Quizás incluso les aboca a la quiebra.
En conclusión: o se apuesta por la rentabilidad, o por el crecimiento. Y hay un momento para lo uno y un momento para lo otro. Yo diría que cada año las empresas han de decidir en su estrategia y en sus presupuestos, si es un año de crecimiento (a costa de la rentabilidad) o de rentabilidad (a costa del crecimiento).
Los años de crecimiento consumen recursos financieros (capital y deuda bancaria). Los de rentabilidad deberían generar recursos financieros (aumento de las reservas y disminución de la deuda bancaria).
Y aquí llega mi mensaje principal: el año 2023 creo que debe ser un año de centrarse en la rentabilidad, aparcando el crecimiento, aparcando las inversiones, aparcando el lanzamiento de nuevos productos, aparcando la entrada en nuevos mercados. Es decir, es un año en el que la prioridad debe ser asegurar el cash flow, consolidar el balance, y sobre todo la tesorería.
Las razones seguro que te son obvias, querido lector: altos tipos de interés, gran incertidumbre sociopolítica, encarecimiento de la energía, las materias primas y los salarios, caída del consumo, caída de la venta de bienes de equipo, aumento de impuestos directos… Ante todo eso, hay que estar preparado. Hay que asegurar la casa, para salvarla al paso de la tormenta.
No sabemos la magnitud de la misma, y quizás seamos en exceso precavidos, pero es mejor prevenir que curar.
Después de la tempestad siempre viene la calma, y cuando vengan esos tiempos mejores (¿2º semestre de 2023? ¿2024?) ya volveremos a apostar por el crecimiento. Ahora no toca.
Me alegra que coincidas
Me gusta mucho tu reflexión, Paco.
y la estás expresando claramente. Me acuerdo de mis tiempos de tomar este tipo de decisiones y de lo equivocado que estaba al respecto. Pretendiendo teta y sopa a la vez, siempre...