España y el agua, un problema económico
En estos días de extrema sequía e incendios en nuestro país, el agua es un tema de extraordinaria actualidad. Además, todos hemos oído hablar alguna vez, en los últimos tiempos, sobre la importancia presente y futura de la economía del agua.
La prestigiosa revista The Economist ha publicado recientemente un artículo sobre el agua y la sequía en España, que se puede encontrar en su versión on-line economist.com , que se titula "The great desiccation".
The Economist viene a decir que el problema del agua en España no es esencialmente un problema medioambiental, sino un problema económico: el agua en España es demasiado barata. Como dato de referencia para reafirmar su aseveración nos recuerda que los españoles pagamos el agua a un tercio del precio que se paga en Europa, lo cual es chocante si tenemos en cuenta que Europa es, en media, mucho más rica en agua que España.
Vienen a decir que no conseguiremos resolver el derroche y los abusos que se producen en nuestro país en relación al agua, ni se fomentará el necesario ahorro y la inversión privada en infraestructuras y medios de gestión eficiente del agua, si el precio de ésta no aumenta significativamente. Les sorprende el número de campos de golf que tenemos, y los que se planean construir, y defienden incluso que los que hayan paguen el agua especialmente cara, quizás para compensar el subsidio de la misma a personas con menores recursos.
Avisa también la revista que en España se están produciendo este verano serias restricciones al consumo de agua, que afectan a varios municipios turísticos, o de que se están regando campos de hortalizas del Sur con aguas residuales no tratadas. Es decir, nos mandan una amenaza velada de que si no resolvemos estos problemas, nuestro turismo y nuestras exportaciones agrícolas pueden verse seriamente afectados a corto plazo. Esperemos que los consumidores europeos no se alarmen por ello, pero nos los hemos de tomar muy en serio, porque el Economist tiene una influencia notable en muchos medios europeos, y a través de ellos, en la opinión pública.
Por último digamos que, entre otras cosas, los expertos de The Economist no entienden por qué, siendo el uso principal de nuestra escasa agua el riego agrícola, que éste siga haciéndose mayoritariamente por inundación y no por goteo. Tampoco entienden que siga el desarrollo urbanístico desenfrenado, en toda España y en especial en el Levante y el Sur, donde el agua es precisamente más escasa.
Es decir, somos un país pobre en agua, pero actuamos como si nos sobrara. Si seguimos así nos convertiremos en un desierto, económico y ecológico, antes de que acabe este siglo.