¿Estamos obsesionados con China?
Es normal que nos preocupemos con la dimensión que está tomando la economía china, y su impacto creciente en todos los sectores; pero de ahí a obsesionarnos con China, hay un trecho que no deberíamos recorrer.
Ayer coincidía en una cena de empresarios con alguno de ellos que daba esa impresión. Casi cayendo en la "chinafobia", en una mezcla de envidia, rabia y victimismo fatalista. Mala combinación.
Creo que hay que aceptar que China es la potencia destinada a marcar la pauta económica en los próximos años. Que será la economía número uno antes de que acabe el siglo. A nosotros, desde cada uno de nuestros países, nos toca adaptarnos a ello, aprovechando nustros puntos fuertes en las circunstancias actuales. En España: una economía basada en el turismo, la calidad de vida y la industria agroalimentaria, como factores arraigados en el factor naturaleza, en las capacidades desarrolladas intelectualmente en otros sectores, como el bancario o el de las infraestructuras, y en el mantenimiento del espíritu emprendedor de aquellos empresarios que no se dejan vencer por el pesimismo, y no tiran la toalla ante la exhibición de poder del gigante asiático.