FCC: Un gigante en busca de un futuro
Hace un año, escribí sobre FCC, uno de los grupos constructores y de servicios más grandes de España. Hoy voy a volver a hacerlo, al hilo de la Junta de Accionistas de la sociedad a la que asistí hace unos días en Barcelona.
Después de ver cómo al año pasado dimitió su presidente (por edad), y este año dimitió su nuevo presidente (también por edad), y se ha nombrado a un nuevo presidente que raya los 70 años, uno no puede pensar otra cosa que está ante una sociedad “gerontocrática”, es decir, dirigida por viejos (si se me permite la palabra).
La edad de las personas no es premisa segura de que nos encontremos ante actitudes o resultados desfasados, pero en este caso creo que sí.
FCC es una sociedad familiar, dominada por una mujer y su familia, Ester Koplowitz, que no encuentra su lugar en el siglo XXI.
Su management es rancio, caduco. La compañía tiene un estilo de gestión que quizás sirvió en un pasado de contratas y contactos en la élite española, pero que no sirve en un mundo más abierto y más global en el que nos encontramos. Su estrella se apaga a la vez que cambian los tiempos.
FCC es ahora una organización global, compleja, que exige enfoques más globales, y estrategias más complejas. Los accionistas, que no pueden estar contentos con la evolución del valor lo exigen.
Es posible que Ester Koplowitz se dé cuenta de eso, pero creo que no sabe cómo hacerle frente.
En ese contexto, ¿qué pasa por su cabeza? Sigo pensando lo mismo que hace un año: fusionarse (o vender) con alguien que le aporte esa capacidad de afrontar los tiempos inciertos en un mercado global, en el que se exige una capacidad financiera y de gestión que FCC está lejos de alcanzar.
Puede ser una constructora francesa (no olvidemos que los Peugeot están metidos en el capital, y que Vinci fue socio de referencia en el pasado), o puede ser una española (yo sigo apostando por Ferrovial, pero también podría ser el “pillo” de Villar Mir, con su OHL).
En cualquier caso, con FCC hay mucho por hacer, por ejemplo deshacerse de alguna de sus divisiones (Servicios, Construcción, Cemento e Inmobiliaria), o sacar alguna a bolsa, como se hizo, algo tarde, con Realia. Probablemente se cree valor desgajando trozos de este conglomerado, en el que se cumple el principio de que vale más a trozos que en una pieza. Su división de servicios facturó 4.713 millones de euros en 2007, con un ebitda de 835. Dentro de la misma destaca la actividad alrededor del ciclo del agua.
Hasta Warren Buffet podría ser un comprador válido para FCC. ¿Por qué no? El negocio cumple las premisas que pone el “oráculo de Omaha”. Quizás la única que no es la del management aprovechable. Pero seguro que eso puede resolverlo el mago.
¿Y mientras tanto qué?
Yo creo que FCC aguantará la cotización, primero porque no soy yo el único que piensa esto. Y segundo porque la empresa tiene un PER 10, que es aceptable, una estructura financiera sólida, y la mayor parte de su negocio o es recurrente, con contratos a medio y largo plazo, o depende de los presupuestos públicos. Actualmente se mueve en una cartera de negocio contratado por realizar de unos 30.000 millones de euros, que es unas 2,5 veces su cifra de facturación anual (5 años en la división de servicios).
Su estrategia es aprovechable: más servicios, más internacionalización, más energía… Lo que no dice es cómo. Y es en su capacidad de ejecución de nuevas estrategias donde surgen las dudas. Sobre todo en la rapidez y eficiencia de su ejecución. Y en especial fuera de España, que es donde se ha de ejecutar en su mayoría. ¿Hablan inglés los directivos de FCC?
En cuanto a la entrada en negocios de energía, las preguntas que surgen son: ¿con qué factores de diferenciación? ¿Cómo lo harán? ¿No es un poco tarde?
En resumen: una compañía que dará que hablar. Creo que a largo plazo justifica ser accionista, para no perderse la posibilidad de una importante plusvalía, y a corto plazo, ser espectador de uno de los casos de escuela de negocios de los que se hablará sin duda en la próxima década. Esperemos que para bien.