Hacia donde va el petróleo
En los últimos tiempos estamos asistiendo a una escalada en los precios del petróleo.
Las tres cuestiones que se suscitan son:
¿por qué está pasando?
¿cómo van a evolucionar los precios?
¿qué consecuencias va a acarrear para la economía?
Los precios han llegado al nivel de los 60 dólares por barril principalmente porque ha habido un importante incremento de la demanda, como consecuencia del crecimiento económico global, y en especial el de los países del Asia, con China a la cabeza, y la oferta no ha podido seguir a tal demanda.
Cuando hablamos de oferta es importante puntualizar que hablamos no sólo de la cantidad de petróleo bombeado en los pozos petrolíferos, sino también de la capacidad limitado de refinado del mismo. Las refinerías están al límite de su capacidad, y son un cuello de botella quizás más preocupante a corto plazo que el de los pozos.
A la ausencia de fuertes inversiones en los últimos años, que aumentasen tanto la capacidad mundial de extracción como la de refino, debida a las secuelas de los bajos precios que se pagaron a final de los 90 ($10 por barril) se suma el cúmulo de incertidumbre sobre los principales países productores (Arabia, Iraq y entorno, Venezuela, Rusia ) y en especial la amenaza latente del terrorismo islámico. Y tampoco es desdeñable el impacto sobre las refinarías de las cada vez mayores exigencias de los países consumidores occidentales en materia medio ambiental, que obliga a procesos de refinado más complejos, y en parte elimina o hace muy costosa la posibilidad de acudir a la extracción de petróleos muy pesados.
La consecuencia es que la oferta va al límite. Y no hay margen de error, porque no hay stock de seguridad. Y el margen de crecimiento que tiene es poco, al menos a corto plazo.
La demanda, en cambio, no parece dejar de crecer, a pesar de los elevados precios alcanzados. Hay quien pensaba que esos precios producirían una hecatombe y una crisis económica de dimensiones enormes. Pero todavía eso no ha pasado. Al contrario, por ahora, los índices de crecimiento mundial son relativamente altos.
¿Por qué ha sido así? ¿Dónde está el punto de inflexión? Son preguntas que se hacen los economistas, los políticos e incluso los modestos consumidores. Y la respuesta no es fácil.
Parece que el alza de los precios no ha causado una recesión porque ha sido gradual, y la economía ya había pasado por una crisis del petróleo y de alguna manera ya estaba preparada para ella. Y quizás el factor más importante es que no ha habido una crisis fuerte de oferta, dejando de lado aspectos puntuales en relación a algún área o país concreto (casos de Iraq por la guerra, Rusia con el asunto Yukos, o la Venezuela de la revolución bolivariana de Chaves, por ejemplo). La OPEC está ahí y promete aumentos paulatinos de la producción, e incluso se sabe que sus miembros producen más de los que dicen. El problema puede llegar cuando los consumidores y los gobiernos vean un peligro cierto de escasez. Y ese momento puede que no esté tan lejos, si la diferencia entre las tasas de crecimiento de oferta y demanda se siguen agrandando.
¿Qué puede evitarlo? Que China estabilice su crecimiento, que los países occidentales establezcan normas de ahorro energético más severas, que los consumidores de los países ricos empiecen una nueva oleada de concienciación sobre el ahorro energético en todas sus vertientes, y de paso se preocupen de la mejora que ello pueda suponer sobre las condiciones de sobrecalentamiento del planeta, que es quizás nuestro problema más grave como seres humanos. En mi opinión todo eso va a pasar. La cuestión es a qué ritmo se va a producir y cuándo veremos sus resultados. Porque las medida son lentas. Han de venir tanto del lado de la demanda, con consumidores más racionales y ahorrativos y más sensibles tanto al impacto en sus economías como a las ventajas medioambientales. Y del lado de la oferta, con inversión en nuevas fuentes de energía: eólica, solar, gas, hidrógeno, biocombustibles, etc.
A corto plazo, mientras el mundo no abra una brecha positiva entre oferta y demanda de petróleo, empujada por menor demanda y mayor oferta del mismo, los precios del petróleo no bajarán.
Tenemos petróleo caro por bastante tiempo, y si no llega a las nubes es porque los que lo venden harán todo lo posible para limitar las subidas, porque saben que cuanto más suba, más rápido reaccionarán tanto los consumidores como los gobiernos y empresas que desarrollan opciones de energía alternativa para hacer que el petróleo no sea la única opción como lo es ahora.