Todos tenemos que pagar la factura de un notario alguna vez en la vida. Y si nos movemos en el mundo financiero o empresarial en general, seguramente lo tenemos que hacer muchas veces.
Pero lo que no todo el mundo sabe es que hemos de saber escoger el notario. Sobre todo si las facturas que pagamos al cabo del año son importantes. Porque podemos ahorrarnos bastante dinero si tenemos en cuenta unos consejos básicos.
Lo que pagamos a los notarios se conoce como los aranceles notariales, que son los honorarios que cobran los notarios por hacer su trabajo. Y hay que empezar diciendo que son un híbrido entre funcionario público y profesional liberal privado. Sus tarifas están fijadas por el gobierno y son las mismas para todos los notarios y de aplicación obligatoria por todos ellos. Podríamos decir que constituyen un perfecto oligopolio.
Tenemos libertad para escoger el notario que queramos, pero poca libertad para negociar la factura que nos presentan.
¿Quiere eso decir que da lo mismo? ¿Que no tenemos nada que hacer para rebajar, aunque sea sólo un poco, los honorarios (aranceles) que les hemos de pagar?
No. Hay un cierto margen. Me explico.
¿Qué consejos debemos seguir a la hora de gestionar las facturas de nuestro notario:
Obvio: No hay que elevar a públicos los acuerdos o documentos que no lo exijan la ley o las partes.
Los aranceles de escrituras que sean de cuantía (es decir, referidos a una cifra de dinero), se pagan en función de esa cuantía, según una escala. Hay que asegurarse de que esa cuantía sea la adecuada, sin inflarla por ningún concepto. Ahí nuestros abogados han de hacer bien su trabajo.
Aunque las tarifas son de cumplimiento general y obligatorio, los notarios están autorizados a hacer rebajas de hasta un 10%. ¡Muy importante! Es decir, conviene concentrar nuestras escrituras en un solo notario, y negociar con él/ella una rebaja de tarifas. Obviamente, cuanto más negocio le demos a ganar, más rebaja podemos pedir.
Además también facturan en función del número de páginas (folios) de la escritura. A partir de 5 folios, 3€ por página. En este aspecto hay que seleccionar notarios (que los hay) que no realizan escrituras largas con referencias repetidas e innecesarias a la legislación vigente, o que utilizan un lenguaje complicado y grandilocuente que alarga las frases y las escrituras a costa del cliente. ¡De estos hay más de lo que pensamos! Si una hace sólo una escritura en la vida, puede asumirlo, pero si hace bastantes al año, la diferencia puede ser importante.
Si la cuantía de la operación excede de 6 millones de euros, la tarifa es libre, y el cliente la puede pactar con el notario libremente. Aunque no sé hasta qué punto se produce aquí una competencia real, seguro que se puede sacar una importante rebaja, incluso hacer una especie de subasta.
Y la última cosa que se me ocurre: No pidas copias simples si no tienes claro que las vas a usar para algo. Es poco dinero: 0,6€ por folio, pero es normal que acabes tirándolas. Y no es obligatorio realizarlas.
Por último: si tienes dudas con una factura de tu notario, tienes derecho a pedirle al Colegio de Notarios de tu comunidad que te la verifique.
Y una cosa más para acabar: hay dos tipos de notarios, los que asumen su lado profesional/empresarial y que por tanto están para hacerles las cosas fáciles a los clientes, y en los que predomina su lado funcionarial, y no les importa poner trabas, no facilitar las cosas, en aras de una supuesta rigurosidad.
Pensemos que cada notario examina sus escrituras cuando pasas a los Registradores, sean mercantiles o de la propiedad. Si las escrituras se registran, bien; si no se registran, mal. Lo demás son ganas de hacer perder el tiempo y el dinero a sus clientes.
Todo esto dicho desde el respeto y la admiración a estos grandes profesionales, que hacen posible una vida económica tranquila y segura en nuestro país.