La receta para la supervivencia económica de Europa
Si Europa no consigue salir de la dinámica actual de alto desempleo, bejo crecimiento y una pesada carga social, que se agrava con el envejecimiento de su población, su supervivencia está amenazada gravemente, no más allá de mediados de este siglo.
No es sostenible que se cierren las industrias europeas, que los jóvenes estén desempleados y que los ancianos, que cada vez viven más años, cobren sus generosas pensiones, y usen de un sistema sanitario gratuito y de alta calidad por más tiempo.
Algo ha de cambiar.
Aunque suene a receta liberal, el único camino es acabar con las barreras a la competencia, y frenar el uso indiscriminado del estado del bienestar, poniendo algún límite al mismo.
La receta básica es la del incremento de la competencia. Eliminar obstáculos a la creación de empresas y a la competencia entre las mismas. Dejar que el mercado seleccione a los mejores, en beneficio de los consumidores, y, a largo plazo, en beneficio de la propia sociedad. Aunque eso cause problemas en el corto plazo.
Y la solución no viene tanto, como piensan muchos políticos europeos, y algunos empresarios, por invertir más en tecnologías de la información o I+D, sino por facilitar la competencia.
Sólo más competencia llevará a más innovación y ésta a más productividad, y más generación de valor, creando un círculo virtuoso, del que todos saldremos beneficiados.
A veces se piensa que la clave de que en los EEUU se alcancen cifras de crecimiento de la productividad más altas que en Europa es que ellos invierten más en tecnologías de la información (TI). No es cierto. Las TI explican 1/3 de la diferencia de productividad, pero los 2/3 restantes se explican por la mayor competencia que existe en la mayoría de sectores en el mercado norteamericano.
Y cuando hablamos de competencia y de innovación, no sólo hemos de pensar en la industria, sino que los servicios son y seguirán siendo la clave del crecimiento económico de Europa en los próximos años. Hay que revitalizar los servicios, fomentando la competencia y la innovación.
Hay datos que apuntan a que liberalizar el sector servicios en Europa supondría la creación de 600.000 puestos de trabajo, y 3.000 millones de euros de nueva actividad económica cada año.
La receta principal es, pues, menos regulación, y dejar que las fuerzas económicas, de verdad y con transparencia, se desarrollen libremente.
Para acabar, uno de los factores que deben ganar en transparencia y en competencia, es el suelo. El precio del suelo es altísimo en la mayoría de países europeos, y se está convirtiendo en un obstáculo para su crecimiento.
España es uno de los países que más sufren de ello.