La respuesta a la globalización: busquemos las oportunidades.
He empezado a leer el libro "The World is flat", que mencionaba el pasado día 1, y he encontrado un texto que parece que fue enviado por el responsable de Reuters America a su personal, para explicar por qué parte del trabajo se estaba trasladando a la India, que me parece que merece la pena compartirlo con mis lectores, adaptándolo a la realidad del debate de la globalización que ocupa a casi todos los países occidentales, y que ya ha llegado de pleno a España.
El texto -adaptado- viene a decir lo siguiente:
"Los cambios experimentados por las regiones o los países como consecuencia de los cambios en el entorno económico (los gustos, las modas, la aparición de nuevas tecnologías, la incorporación al mercado mundial de nuevos países...) no son algo de ahora; no son algo nuevo. Han ocurrido desde hace muchos años. Los hemos vivido a lo largo del siglo XX e incluso en el siglo XXI. Han afectado a la minería, a las fábricas textiles, al calzado, etc.etc.
El cambio es duro. El cambio es más duro para aquellos a quienes los toma por sorpresa. Pero el cambio es algo natural, e incluso es positivo porque sin él no se producíría, en muchos casos, una sana renovación e incluso regeneración de las cosas. Y eso incluye a países, a regiones, a sectores enteros y desde luego a empresas.
El actual debate sobre la globalización y la consiguiente deslocalización y pérdida de puestos de trabajo en un país para llevarlos a otro más barato (India, China, Marruecos, Europa del Este...) no es un debate nuevo. Problemas similares se han sucedido a lo largo de la historia. De hecho España se benefició del traslado de puestos de trabajo desde Alemania o Italia, cuando nuestro país tenía salarios más baratos.
El sistema capitalista está basado en que las empresas traten de maximizar su beneficio y de minimizar por tanto sus costes. Los puestos de trabajo se crean allí donde se puede realizar de forma más efectiva y eficiente. Pero ese proceso puede ser tan útil o más para los españoles de lo que puede serlo para los polacos, chinos o rumanos. Porque el proceso debería liberar recursos humanos y de capital para hacer las cosas de forma diferente, de forma más sofisticada, justificando los mayores costes laborales por un mayor valor añadido.
Ciertamente es duro para cualquier persona ver que su puesto de trabajo se evapora, y se marcha a kilómetros de distancia a manos de alguien que gana mucho menos. Pero es el momento de pensar en la oportunidad que se nos presenta tanto como en el dolor que nos produce.
Nuestros abuelos sufrieron procesos similares y salieron de ellos airosos y fortalecidos. ¿Por qué no nosotros?"
Sin duda el tema merece una reflexión. Y animarnos a ver de otro modo un problema que es inevitable.