Hace años que dejamos atrás la guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos, y vivimos años de cierta tranquilidad en ese aspecto. EEUU era la única potencia dominante y nadie le cuestionaba ese puesto.
Creo que todos somos conscientes de que ya no es así. La Guerra Fría ha vuelto. Por ahora centrada en el dominio tecnológico y empresarial. Y con un nuevo contendiente: China.
China está decidida a cuestionar el dominio norteamericano en el campo tecnológico, como preludio a hacerlo en el plano económico y me temo que más adelante en el plano militar.
Todos somos peones de ese pulso entre colosos. Desde luego Europa lo es. E incluso, aunque les cueste admitirlo, Rusia también es un peón en este juego.
Europa juega en el equipo americano, y Rusia en el chino.
De hecho, como pasó con la anterior guerra fría, todos los países del mundo se van a alinear de un modo u otro con alguno de los dos bloques. Estamos viviendo ese proceso. La posición de los países respecto a la invasión rusa de Ucrania es un ejemplo evidente. También lo es comprobar como Rusia conlleva el bloqueo de Occidente gracias a su alineamiento con el bloque chino.
Es una situación que ya conlleva espionajes, recelos, luchas soterradas desde hace tiempo. Desde la pandemia de la Covid 19, Estados Unidos, por ejemplo, está desplazando poco a poco sus fábricas y sus compras industriales a países como México, India o Vietnam, a los que sitúa en su bloque. Es un proceso que se conoce como friendshoring o nearshoring, y que está cambiando el signo de los movimientos internacionales de mercancías, configurando un nuevo perfil de la globalización.
Por ejemplo, Apple está sacando de China toda o parte de su producción.
Hay países ganadores y perdedores. Los tres citados, México, India y Vietnam, lo son claramente. Los datos de crecimiento del PIB de todos ellos lo demuestran.
Ese nuevo marco de la geopolítica internacional afecta también a Taiwan, y lo hará más en el futuro, ante la amenaza permanente de una invasión china. La poderosa empresa taiwanesa Foxconn está trasladando a México la producción que hace para Amazon, Google, Microsoft o Nvidia. Y lo mismo está pasando con los chips, aunque a un ritmo más lento, por lo costoso y complicado del traslado.
Hemos de leer la coyuntura mundial sabiendo que esto está sucediendo.
Para las empresas españolas, por ejemplo, el desembarco en México se hace obvio.
Solo puedo estar muy de acuerdo, Paco,
con tu análisis.
Las cosas son como son y son las consecuencias de la segunda guerra mundial, o “última guerra civil europea” como se recordará en un futuro no muy lejano.
Me imagino a veces una Europa unida con un centro de gravedad estable entre Alemania y Rusia. Pero eso significaría un problema de tres cuerpos que con masas similares se vuelven en seguida endiablados. Ni imaginarlo como argumento de Netflix…
Seguimos con dos con su bloque de aliados, que por lo menos son más o menos previsibles