Yo soy de los muchos que creemos en la Unión Europea, y que nos gustaría avanzar de verdad en la Unión. Estamos satisfechos y orgullosos de ser Europeos, pero queremos más y mejor.
Sin embargo, vemos cómo, en lugar de centrarse en afianzar el camino de la Unión y mejorar la gobernanza y la productividad de las estructuras europeas, se desvían los objetivos y los recursos hacia una ampliación del número de países. Es decir, en lugar de avanzar hacia adentro, se avanza hacia afuera.
No estoy en contra de que en su momento de amplíe a otros países del continente, pero ha de hacerse sobre una base más sólida y después de haber alcanzado cotas más ambiciosas de integración. Sólo los países que acepten de buen grado ese modelo deben incorporarse al club.
Lo que no tiene sentido es ampliar el número de países y hacer todavía más difícil y más lento el camino de la verdadera integración europea.
Queda mucho camino por andar en temas como la política fiscal, la política social, la integración bancaria, la integración monetaria (¡varios miembros de la UE aún no están en el euro!), etc. Es decir, darle mayores cotas de poder al gobierno europeo. Solo así seremos capaces de sobrevivir en este convulso siglo XXI.
No sé por qué nuestros políticos no lo ven.
Obviamente dejo al margen a quienes lo que quieren es una involución de vuelta a las fronteras nacionales, poniendo en cuestión incluso al euro. Eso sería el suicidio de Europa…
El futuro de la UE es, por tanto, otra incertidumbre más con la que hemos de lidiar los ciudadanos y las empresas europeas. Algo que lastra nuestro bienestar y pone en duda nuestro futuro.
Avanzar se está demostrando que no se consigue como el ideal que nos vendieron. Pienso que es casi imposible que las grandes decisiones del Club de puedan tomar e implementar al estar condicionadas por tantos intereses propios de cada país/área y las votaciones por unanimidad con vetos individuales.
De Alemania hacia el norte nos tiene mucha manía por la forma de vivir de aquí siempre están diciendo que nos pegamos la vida padre a costa de su dinero y tienen parte de razón. Los países del Sur son los peor gestionan sus recursos pero siguen recibiendo fondos europeos para no quebrar el sistema. Y sobre todo la verdad es que no hay líderes políticos de altura y prestigio para llevar la nave a buen puerto.
Como nada es gratis y hay que traducirlo todo en números, habría que ver entonces qué supondría esta ampliación para las finanzas de la Unión Europea y cómo costear la llegada de nuevos miembros. En este sentido, cómo afectaría esta ampliación en las ayudas estructurales a los países de menor grado de desarrollo (actuales y futuros) y cómo afectaría a los distintos sectores económicos. Es el difícil equilibrio entre política y finanzas.