Las edades de la empresa. Del nacimiento a la 3ª generación (IV)
Fase II: Expansión
Cuando un negocio tiene éxito se encamina hacia una nueva fase: hacer que funcione, y que el éxito no lo destruya. Son momentos de aceleración, donde los pedidos fluyen sin cesar, los clientes acuden en masa, y el negocio lo engulle todo. El paso de la fase inicial a la de expansión supone convertir el negocio en empresa. Pasar de la estructura totalmente informal y de mínimos recursos con la que se lanzó el negocio a una estructura más formal y con los recursos necesarios. Es la fase de las inversiones en sistemas básicos, en oficinas y almacenes, y en imagen y marca. Se contratan ayudantes y hombres de confianza para que los fundadores den abasto al creciente volumen de trabajo.
Esta fase suele tener una duración relativamente larga. En mi opinión, la duración es mayor si el crecimiento de la empresa es moderado, y menor si el crecimiento es muy fuerte, porque aparecen antes los síntomas de las enfermedades resultantes de la ausencia de profesionalización: desajuste de recursos (faltan en un área y sobran en otra), caída de resultados, pérdida de calidad, pérdida de personal, deserción de algunos clientes, caída de márgenes, tensiones de liquidez, luchas por el poder, etc. Dichos síntomas también aparecen si el crecimiento es moderado, aunque tarden más en hacerse evidentes.
El final de esta fase se solventa con la llegada de algo que en las empresas que agotan la fase de expansión se suele calificar como un mal necesario: la profesionalización. Con la profesionalización se entra en la fase III. No son pocas las empresas que fracasan en el paso a esa fase, y entran en crisis, una crisis que en muchos casos se resuelve o al menos se acaba con una venta. Venta que suele suponer que el negocio pasa a manos de una empresa grande, a la que la entrada directa en el negocio le pareció antes difícil o arriesgada.