Las edades de la empresa: del nacimiento a la 3ª generación (VI)
Fase IV: Consolidación
La etapa de Profesionalización asienta en la empresa la filosofía de la responsabilidad personal, el trabajo en equipo, la gestión por objetivos, las unidades de negocio con una gran delegación de responsabilidad y autoridad y alto grado de autonomía, en la medida que los gestores son medidos por sus resultados. La plantilla suele crecer mucho, así como el negocio, en términos de fábricas, oficinas, implantación en países, compra de empresas, etc. Todo ese caudal de culturas organizativas llega un momento en que deja de dar resultado, y empieza a ser una carga. Es el momento de pasar a la fase de Consolidación.
En esta fase, la empresa, que ha crecido mucho, y que ha recurrido a una filosofía de descentralización y autonomía de gestión llevada al extremo (¡y que hasta ahora le había funcionado!), se plantea dar un giro a esa filosofía, porque existe el peligro de que se solapen esfuerzos, de que las políticas y procesos no sean homogéneos, en definitiva, de que la empresa se haga inmanejable.
La Consolidación implica el reforzamiento de una cultura común, plasmada en unas normas y unas políticas, en la potenciación de los servicios centrales, en el protagonismo del comité de dirección, en la coordinación de productos y recursos, eliminando solapamientos, y en la equiparación de los niveles de exigencia. En reforzar, en definitiva, el sentido de proyecto común que las empresas, en este estadio normalmente ya convertidas en grupos de empresas, suelen haber perdido.