Las empresas familiares ante el gran reto de la globalización (III)
La apertura financiera
En línea con la poca creación de valor que se da en algunas empresas familiares, éstas son muy reacias a financiar sus inversiones con recursos ajenos, y ello conlleva un freno al crecimiento, dejando pasar a veces oportunidades estratégicas que aprovechan otros competidores, que con el paso del tiempo los apartan de posiciones de liderazgo.
Tampoco suelen establecer procedimientos serios y estructurados de evaluación de inversiones y riesgos, por lo que no siempre se aprueban las inversiones que se debería aprobar. Las más innovadoras suelen ser apartadas, lo cual es un factor diferenciador de las empresas familiares de primera generación, gestionadas personalmente por un empresario que asumió riesgos y que conocía el negocio de primera mano, de la segunda generación, más temerosa de lo nuevo y que no tiene un conocimiento tan amplio del sector.
Las empresas familiares que abren su pasivo a la financiación bancaria, o incluso a los mercados de valores (bonos, bolsa), están en disposición de crecer al ritmo que exige la globalización, y de alcanzar posiciones de liderazgo mundial.
Por descontado que una opción que siempre debería contemplarse es la de salir a Bolsa. Cotizar en mercados organizados de valores obliga a cualquier empresa a adoptar unas formas de gestión que conllevan indefectiblemente una modernización radical de la misma.
Tampoco se suelen plantear seriamente operaciones de compra o fusión, temerosos de perder el control, o de no estar a la altura en caso de una fusión, o simplemente desconocedores de cuál sea el precio justo a pagar por una empresa y tratando de evitar que ese desconocimiento se ponga en evidencia, o que puedan ser engañados por financieros sin escrúpulos.
Las operaciones corporativas de compra o fusión son consustanciales al desarrollo de una gran empresa global.