Las empresas familiares ante el gran reto de la globalización (V)
La mentalidad de gran empresa
A las empresas familiares les cuesta cambiar su mentalidad de pequeña a gran empresa. Probablemente es algo que va unido al poco avance en los tres factores anteriores: poca profesionalización, poca sofisticación financiera, y demasiado aldeanismo.
En consecuencia, no son conscientes del tamaño que han adquirido sus operaciones, y de su cifra de ventas, y siguen pensando en términos de gasto o de inversión como si fueran una pequeña o mediana empresa. Acostumbrados a invertir anualmente 300.000 en sistemas, por ejemplo, no admiten que se deban invertir 3 millones en un proyecto de modernización. Y lo mismo en materia de sueldos, gastos de marketing, o relaciones públicas, por citar algunos.
Esa tacañería mal entendida, que no tiene nada que ver con ahorrar o con controlar el sentido de negocio y la necesidad de los gastos o inversiones que se hacen, conlleva un retraso paulatino de la empresa en términos de eficiencia y de puesta al día de sus procesos o de su imagen comercial, o de su presencia en foros internacionales, por ejemplo, con nefastas consecuencias a medio plazo. Consecuencias que no siempre se identifican con estas causas, y que se suelen achacar a la mala suerte, o a factores externos de tipo político, regulatorio o social, antes de aceptar que se deban en gran parte a los errores acumulados.
En definitiva, muchas empresas familiare