Las salidas a la bolsa americana y el concepto de valor
En Estados Unidos son varias las empresas que han salido a bolsa recientemente y han visto sus valores cuestionados por el mercado.
El caso más flagrante es el de WeWork, que no llegó a salir a bolsa porque sus accionistas se dieron cuenta de que iba a ser un fiasco. De los 50.000 millones en que valoraban la empresa antes de la salida a bolsa, se ha quedado en unos 10.000 millones actualmente. ¿Qué justifica esa caída de valor? Pues que las expectativas (el valor son expectativas) que se habían creído los inversores en su momento (entre ellos la gestora japonesa de fondos SoftBank) variaron drásticamente cuando los potenciales inversores escudriñaron con más ahínco sus interioridades. No es el espacio para entrar en ellas. El lector seguro que puede informarse si tiene interés.
En definitiva, su creador vendió unas expectativas a unos inversores que otros no se creyeron.
Pero WeWork no es un casi único, ha pasado más veces. Por ejemplo:
Pinterest, que ha pasado de 12.000 a 10.800 millones de dólares
Slack, de 17.000 a 12.000
Lyft, de 20.500 a algo más de 15.000
y la última y muy significativa, Uber, de más de 100.000 a 51.000 millones de dólares, que sigue siendo una cifra enorme, pero un 50% por debajo del valor al que había llegado, y que sin duda ha hecho perder bastante dinero a alguno de sus inversores tanto pre como post salida a bolsa.
Todo esto nos hace pensar que a veces en el mundo del emprendimiento y las startups se olvida el principio básico del valor de una empresa: una empresa vale en función de las expectativas que tenga el comprador de rentabilizar la inversión realizada, comparadas con la rentabilidad que podría obtener en inversiones de riesgo y liquidez similar.
Y muchas de esas empresas, que registran pérdidas y venden expectativas de obtener beneficios en un futuro, exigen de sus compradores un ejercicio de fe que es muy difícil de justificar.