Líbrenos Dios de las personas tóxicas
El viernes por la tarde me llamó una clienta a la que había ayudado a mantener su empresa interviniendo en el amargo divorcio empresarial con su socia al 50% de muchos años, dedicando muchas horas y muchos esfuerzos a evitar que acabasen haciéndose daño y quebrase su empresa. Los honorarios ni se los facturé, asumiendo que su continuidad ya era suficiente premio para nosotros. Unos meses antes había aceptado reducir el 50% los honorarios recurrentes que mi empresa FraLucca les facturaba por llevarles la administración. Me dejó estupefacto oir que nos dejaba porque creía que yo había actuado a favor de su socia en el proceso de divorcio. No era cierto, y asi se lo dije.
Me dolió la ingratitud de esa persona. A veces los clientes, las personas, te dan esas sorpresas.
Pero, la verdad es que, en el fondo, me ha hecho pensar en que hay personas que son "tóxicas". Que son un virus, que las impregna a sí mismas y a los que se acercan a ellos. Son personas faltas en absoluto de generosidad, que actuan de forma egoista en todo lo que hacen, aunque no lo quieran aceptar, y que siempre quieren ganar todos los partidos por goleada. Con esas personas siempre se pierde, nunca se gana. Si las das un poco, te piden más. Si les das mucho, también te piden más. Nunca tienen suficiente. Y nunca agradecen nada.
¡Líbrenos Dios de las personas tóxicas!
Seguro que tú, lector, lectora, conoces personas tóxicas. ¿Acaso tú misma lo eres?