Liderazgo político-liderazgo empresarial
¿Por qué los países tienen buenos líderes empresariales y no tienen buenos líderes políticos? Es una pregunta que nos hacemos en España y en muchos otros países. La respuesta es compleja y no voy a debatirla aquí, aunque el resultado es un desempeño penoso de lo público en relación a lo privado en general. Mi tesis de licenciatura en la escuela de negocios ESADE se titulaba "Aplicación de las técnicas de management a la gestión de municipios". Siempre he defendido que los asuntos públicos se podían y se debían gestionar con criterios empresariales. Ayer, en la presentación de su libro Liderazgo Peregrino, el ejecutivo Oriol Segarra decía no entender cómo ejercen el liderazgo muchos políticos, inclumpliendo principios básicos del liderazgo que el autor explica en su obra, como tener una visión clara y comunicarla, destreza para saber llevarla a cabo y ser un referente a seguir. Como ejemplo del incumplimiento de dichos mínimos citaba el caso del presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, persona a la que se reconocen buenas intenciones, y característocas de líder en algunos aspectos (como honestidad, capacidad de trabajo y valentía a la hora de abordar problemas), pero que falla estrepitosamente en muchos otros, como tener una visión clara de futuro para el país y saber comunicarla, o no tener las competencias imprescindibles para su puesto (la más evidente no hablar inglés).
Es penoso decirlo, pero estamos en manos de incompetentes. Y así nos va. La imagen exterior es muy mala, más por abandono que por realidad. Y el mensaje interno es de descontrol y desconfianza. Si un directivo manejase así una empresa, los accionistas no tendrían miramientos en prescindir de él.
Quizás el problema es que así como es fácil encontrar un buen directivo, no es tan fácil encontrar un buen político.