Sobre todo las startups y las pymes.
Han de entender que el capital social es una partida del pasivo que han de gestionar. Que es gestionable. Que no tiene sentido ni que se quede congelado en la cifra de capital de la constitución de la sociedad para toda la vida, ni que se aumente porque sí.
El pasivo societario debe ir reequilibrándose cada ejercicio a partir del juego de tres elementos:
El endeudamiento financiero, aumentándolo o disminuyéndolo
Los resultados anuales (sean positivos o negativos)
La ampliación del capital social (con o sin prima de emisión)
El recurso excesivo al endeudamiento financiero produce un desequilibrio de pasivo que puede conducir al concurso de acreedores y a la quiebra.
La ampliación excesiva del capital social supone una dilución innecesaria de los accionistas, que implica que la rentabilidad de su inversión se resienta, y que puede conducir a que los socios no estén dispuestos a acudir a futuras ampliaciones, lo que puede también conducir al concurso de acreedores y a la quiebra.
Me voy a centrar en los aumentos de capital.
El capital se aumenta, de forma reactiva, pidiendo una nueva aportación de fondos a los socios actuales o a nuevos socios, porque la empresa, la sociedad, pretende conseguir alguno de los siguientes objetivos:
a) Reequilibrar el pasivo (acción reactiva)
b) Invertir en la expansión del negocio (acción proactiva)
La necesidad del reequilibrio del pasivo puede producirse por dos razones:
Porque el patrimonio neto se ha reducido en exceso como consecuencia de la acumulación de pérdidas, que se han “comido” el capital social.
Porque la deuda financiera ha crecido en exceso y el apalancamiento financiero ha superado los niveles razonables en relación al patrimonio neto, o que dificulta la ampliación o incluso la renovación de dicha deuda con las entidades financiadoras.
Ambos casos se pueden y suelen dar a la vez.
Obviamente, las emisiones de capital por la urgencia del reequilibrio del pasivo se producen en las peores condiciones para los accionistas actuales.
Las ampliaciones de capital porque la empresa está ampliando o quiere expandir el negocio, son las que se producen porque la empresa necesita equilibrar su balance por una de estas dos razones:
Está adquiriendo o desarrollando nuevos activos, en la confianza de que le permitirán aumentar la cifra de ventas y en consecuencia el EBITDA, lo que por un lado proporcionará a los accionistas (actuales y nuevos) el retorno esperado a su capital, y por otro permitirá apalancarse con más deuda financiera sin desequilibrar su balance.
Pretende adelantarse al deterioro de sus resultados que se va a producir como consecuencia de la curva de aprendizaje (la famosa curva J) que implica el desarrollo de una nueva actividad (un nuevo producto o servicio) o la entrada en un nuevo mercado.
El problema es que muchas empresas no amplían capital cuando se producen alguno de estos casos. No amplían capital cuando debieran. O que sí que lo hacen, pero sin tomar las medidas adecuadas para asegurarse un retorno razonable de la inversión.
Un problema tanto de buenos como malos negocios
La mala (o nula) gestión del capital, del pasivo, puede afectar a buenos y malos negocios.
Los malos negocios aumentan capital como una tabla de salvación provisional sin afrontar la realidad de su incapacidad de levantar sus resultados y pagar unos dividendos adecuados a sus socios. Quienes suscriben esos aumentos de capital suelen acabar perdiendo todo su dinero. Como accionista o como nuevo inversor, hay que tener mucho cuidado con estos casos. Lo normal es que tanto los accionistas actuales como posibles nuevos inversores se muestren reticentes a invertir más capital.
Los directivos han de ser rigurosos a la hora de analizar la situación y sus causas, y han que saber tomar decisiones duras. La más definitiva es la de cerrar y liquidar la empresa.
¡Tan importante es saber crear una empresa como saber enterrarla a tiempo!
Alargar la agonía solo conduce a ampliar el agujero y a consecuencias más negativas de las normales, que pueden llegar al patrimonio personal de los administradores e incluso tener un castigo penal. Sin contar con el impacto laboral y social. En este ámbito es envidiable ver como en sociedades como la norteamericana está mucho más interiorizado que las empresas fracasan de lo que está en España y en general en países de cultura más latina.
Pero el problema también puede afectar a los buenos negocios si se embarcan en nuevos proyectos y no lo hacen asegurándose que disponen o pueden disponer sin problemas de los recursos financieros necesarios para financiar esos proyectos.
No es extraño ver cómo buenos negocios “mueren de éxito” porque no saben aquilatar bien la dimensión del esfuerzo financiero que les va a suponer lanzar un nuevo producto o entrar en un nuevo mercado (en definitiva expandirse tratando de repetir su éxito actual) y desequilibran su pasivo, ya sea con las pérdidas temporales que les provocan los nuevos proyectos o por acudir exclusiva y excesivamente a la deuda financiera. Cuando se dan cuenta del error y quieren ampliar su capital puede ser tarde. No encuentran inversores en condiciones aceptables y la tesorería se estrangula, acabando en el concurso y la quiebra o malvendiendo a inversores oportunistas en condiciones lamentables.
Mi consejo
Vigila tu pasivo y su equilibrio.
Si tu negocio no funciona, no vuelques más capital, ciérralo ya.
Separa los proyectos de inversión de la operativa normal. Ten en cuenta que se invierte cuando se aumenta el activo (sea con inmovilizado o con circulante) y cuando se generan pérdidas (por la curva J).
Cada proyecto de inversión debe venir acompañado de un cuadro de financiación.
Vigila la relación entre tus fondos propios y tu deuda financiera. Trata de no caer en un exceso de deuda. Tus proyectos no los pueden financiar solo los bancos, tus accionistas han de acompañarlos. En la proporción adecuada. Solo así vivirás feliz y tu empresa durará años.
Un excelente artículo por lo claro y aleccionador. Este tipo de artículos generan mucho aprendizaje para quien quiera aprovecharlo.