Como complemento a mi post anterior, y tras la lectura de un artículo del experto en temas energéticos Mariano Marzo en el diario La Vanguardia, creo que conviene añadir dos cosas:
Que no es lo mismo depender de suministros continuos, como es el caso del gas de Rusia, cuya reducción provoca efectos inmediatos de paralización de la actividad económica, que depender de suministros de bienes de uso, como los módulos solares o las baterías, que aunque también produce una cierta paralización, no tienen efectos tan fulminantes. Aunque sigue siendo una dependencia perniciosa, de la que hay que huir.
En ese sentido, Marzo nos recuerda en su artículo que el 66% del suministro mundial de módulos solares y el 88% del de baterías depende de China.
No hay duda de que es algo que debe cambiar. Los recientes acontecimientos nos lo están demostrando.
A más complejidad mayor posibilidad de colapso en una organización o en una civilización.
A la complejidad le unimos la complacencia, los sesgos mentales y la estupidez (esta última tal como la explicaba Xavier Ferrás también en un reciente artículo en la Vanguardia).
El crecimiento económico ha sido como una locomotora desbocada que termina arrasando en su paso provocando desequilibrios y fragilidades de todo tipo que cuesta resolver.
La complacencia, la inercia de la rutina y de la cultura corporativa, las decisiones muy conservadoras, los intereses creados, inmovilistas y cortoplacistas de organizaciones y países imposibilitan respuestas más dinámicas e innovadoras. La entropía se expande y no siempre somos capaces de superarla.
Pensamos que haciendo lo mismo ”saldremos del paso”, pero creo que necesitamos un reseteo muy a fondo y más estrategia. O simplemente una estrategia donde nunca la ha habido.
Las nuevas tendencias que Paco describe muy bien van unidas a las grandes oportunidades que van a ser las nuevas tecnologías para resolver problemas. De los humanos depende.
Hemos descubierto al enemigo…, y somos nosotros.