Momento de invertir en bolsa
Cuando nadie recomienda invertir es el momento de hacerlo.
Yo creo, no obstante, que las bolsas están descontando la peor de las hipótesis, y que en cuanto se clarifiquen mínimamente las grandes cuestiones de fondo, que están bien diagnosticadas, el mercado se recuperará, volviendo a niveles normales. ¡Eso si, dando por supuesto que no aparezca ninguna cosa nueva e imprevista! Yo confío en que no aparecerá, y que los problemas que tenemos se irán despejando (que no resolviendo del todo aún) y ese será un buen momento bursátil.
A nivel mundial tenemos el problema de la crisis bancaria, que aunque no está resuelto, está encarrilado. Y también el de los déficits públicos y el consiguiente endeudamiento estatal de los EEUU y Europa, al que se le están poniendo soluciones, básicamente por la vía del recorte del déficit. En cuanto el crecimiento económico repunte, este problema se olvidará.
Adicionalmente tenemos el problema mundial del petróleo, ahora tristemente agravado por la fuga de petroleo en el Golfo de México, que indirectamente demuestra el peligro de probar exploraciones extremas y que encarecerá el coste de la exploración y en definitiva del petroleo. Esperemos que, a la larga, eso sirva de acicate a la inversión en nuevas fuentes de energía, el verdadero maná económico de las próximas décadas.
En España tenemos tres problemas:
1) El de la recuperación de unos niveles aceptables de productividad a través de, sobre todo, una mayor flexibilidad del mercado laboral. Es algo en lo que se está trabajando, y que más pronto o más tarde acabará en un acuerdo (o una imposición del gobierno), que los mercados –espero- acogerán con júbilo.
2) La remodelación del sector bancario, que está suponiendo, sobre todo, el rescate de las cajas pequeñas que se dejaron llevar por la marea del inmobiliario, y que se gestionaron mal, sobre todo por culpa de un exceso de politización y de burocratización. Ya está en marcha, gracias a la presión del Banco de España (gracias a Dios en este país tenemos una institución que funciona al máximo nivel de prestigio mundial, que es el Banco de España).
3) El reequilibrio de las cuentas públicas, ahora y en el futuro, que pasa por un recorte del gasto público y por una redefinición del estado del bienestar (pensiones y sanidad, sobre todo). Esto va para más largo, pero espero que también se aborde con valentía antes de que acabe el año.
Si a todo eso le vamos dando solución, se recuperará la inversión, aunque sea lentamente, y el empleo.
La reforma laboral, si se hace con un mínimo de acierto, tendrá un efecto más positivo que negativo en el empleo. Es decir, creo que hay más empresarios (hoy) dispuestos a fichar personal si se flexibilizan las condiciones de contratación, que empresarios pensando en despedir en mejores condiciones. Entre otras cosas porque los que habían de despedir ya lo han hecho, aunque les haya costado.
Espero que los sindicatos estén a la altura y entiendan que oponerse al cambio es ir realmente en contra de los trabajadores.
Si se recupera el empleo, y se estabiliza el sistema financiero, el mercado inmobiliario irá, poco a poco, normalizándose. Y la rueda de la economía volverá a moverse.
Todo habrá sido como un gran aviso: se acabó la juerga inmobiliaria y los fastos públicos. Y las empresas han de basar su crecimiento en su competitividad. Es decir, espero que se recupere el sentido común.