Nos jugamos Europa
Siempre he defendido que el proyecto de la Unión Europea es irreversible, por mucho que haya quien se empeñe en decir lo contrario. Acabar con la Unión Europea sólo nos produciría perjuicios a los ciudadanos de los actuales países miembros. Y sería una muy mala noticia para nuestros hijos y nietos.
Sin dejar de reconocer que la UE tiene muchas cosas que mejorar, los éxitos que hemos alcanzado son enormes y debemos estar orgullosos de ellos.
Dicho eso, la verdad es que los ciudadanos europeos no vemos las cosas de un modo uniforme, y los grandes cambios que nos ha traido la globalización y la revolución tecnológica han dejado fuera de juego a muchos de nosotros, y nuestros gobernantes no han sabido verlo y hacerle frente. No han sabido explicarlo y no han sabido lograr un consenso entre la ciudadanía europea para abordar los cambios necesarios para adaptarse a la economía y la sociedad del siglo XXI.
La consecuencia de todo ello es que este fin de semana tenemos unas elecciones en un gran país europeo (Francia) en las que es posible que salga vencedor un partido político, el Frente Nacional, que pretende dejar la UE y volver al franco, que pretende limitar drásticamente la inmigración y poner un impuesto a los trabajadores extranjeros, y que pretende llevar a Francia de vuelta al siglo XIX.
Si eso ocurriera, la UE entraría en una profunda crisis, estando aún por digerir el Brexit y en las puertas de elecciones italianas donde otro partido populista pretende seguir un camino parecido al de Francia.
Esperemos que los franceses voten por Europa y por el siglo XXI. Sin darle carta blanca a Macron, pero dejando claro que están orgullosos de ser europeos, del mismo modo que lo están de ser franceses. La UE necesita a Francia, y viceversa.