¿Por qué las promotoras inmobiliarias españolas están quebrando una tras otra?
Por tres razones:
Porque sus proyectos han sido financiados por deuda bancaria, normalmente hipotecaria, en un porcentaje muy alto de la inversión total, en media digamos que el 80%. Su balance registra un enorme apalancamiento. La carga financiera de esos créditos está pensada para ser soportada por un margen de beneficio amplio y un período de venta de las promociones muy ágil, de modo que a la finalización de la construcción ya pudiera ser amortizado el crédito.
Porque el mercado, sumido en una gran burbuja, se ha desplomado, y no se vende nada, o se hace a una velocidad muy lenta o unos precios muy por debajo de los previstos en el plan de negocio de la promoción. Probablemente se deberían hacer rebajas de un 30 ó 40% para encontrar compradores y vender todas las promociones. Pero ese descuento supondría registrar pérdidas.
Atrapados en la disyuntiva de vender con pérdida para obtener liquidez, o verse abocados a la ejecución hipotecaria o el concurso de acreedores, los promotores no saben qué hacer. La mayoria opta por el concurso.
Sólo hay dos formas de evitarlo: o aumentar capital para hacer frente a la deuda y esperar tiempos mejores, o vender, aunque sea con pérdida, para evitar la pérdida de la empresa.
La situación, como se pueden imgainar, no es nada fácil.