¿Por qué no exigimos productividad a la justicia?
¿Es justo que los jueces vivan ajenos a las exigencias de productividad que tienen el resto de ciudadanos?
En España ya estamos acostumbrados a que la justicia sea lenta hasta extremos exasperantes.
Todos comulgamos con la afirmación de que “la justicia, si no se aplica a tiempo, no es justicia”. Ea algo válido en todos los aspectos de la vida.
Una sociedad justa debe exigir una justicia eficiente; aplicada e a tiempo, en plazos razonables. Para ello se necesitan recursos, desde luego, pero también se necesita una actitud que a menudo se echa en falta en algunos (muchos) jueces. En definitiva, que no trabajan lo que deberían trabajar. O al menos eso es lo que percibimos los ciudadanos. Ciudadanos a los que nuestros empleadores o nuestros clientes nos exigen productividad: trabajar todos los días de la semana y cumplir un horario, y hacerlo eficazmente. No podemos eternizarnos para servir un pedido o hacer un informe. Si lo hacemos, somos penalizados automáticamente. La empresa nos despide o perdemos al cliente.
Pues resulta que eso no es así con los funcionarios en general y con muchos jueces en particular. Y no pasa nada. Nos quejamos, pero ellos siguen haciéndolo. No quieren perder sus privilegios. E incluso parece que con eso demuestran que están por encima de los demás.
En los jueces, insisto, y en especial con los de mayor rango, es algo bochornosamente evidente.
Estamos viviendo en estos días un caso evidente: el Tribunal Supremo ha condenado al Fiscal General del Estado, obligándolo a dimitir, pero la sentencia no la ha redactado, dejando a todo el país pendiente de que los señores magistrados se dignen a redactarla y hacerla pública. Una sentencia cuyas bases ya deben estar perfectamente definidas si el veredicto ya se ha hecho público.
Todo el país se pregunta: ¿qué esperan para hacerla pública?
Hay quien dice que es porque aún están discutiendo los términos. Yo digo que es sencillamente porque NO TRABAJAN.
Si para algo tan obvio, que se debería resolver en menos de 24 horas (si quieren se lo redacto yo), no debe extrañarnos que los juicios duren meses cuando bastaría con días o semanas, y que haya que esperar años para que un juicio se produzca y se tenga una sentencia.
A ellos parece que les dé igual. Los juicios se acumulan en los juzgados, y a mí (con mi mentalidad empresarial) me parece que no tiene ningún sentido. O sí: la productividad es bajísima y nadie hace nada para mejorarla. El sistema impone sus reglas. Los magistrados son intocables. Nadie les prohibe que hagan “semanas caribeñas” (trabajar 3 días), nadie les exige una mínima productividad…
A los ciudadanos de a pie sí que se nos exige, con lo que la Justicia genera un sentimiento más de injusticia.
Así se deteriora un país. Su economía, su competitividad global, su convivencia y su sistema democrático.
Al menos nos queda el derecho al pataleo.


Paco, la lógica de los jueces está muy alejada de la lógica empresarial y en general de la vida cotidiana. Hay varias razones: la primera: los jueces son oráculos de Delfos, criaturas superiores que revelan la verdad y enseñan el camino a los mortales (los justiciables) mediante crípticas Sentencias. La segunda: faltan jueces: hay algunos que atienden los asuntos de 2 o 3 juzgados a la vez., la tercera: resignación: “el problema es tan gordo que yo solo no puedo resolverlo, por lo que me acomodo, y me escondo en las costuras del sistema”, la cuarta: el propio derecho procesal. Esto sería muy largo de explicar, pero el sistema exige que las Sentencias estén bien basadas en derecho, bien explicadas, que luzcan… la quinta: a los políticos no les interesa que el contrapoder pueda hacerles sombra, por lo que lo infradotan, lo complican… en fin, seguiría, pero es domingo por la mañana y quiero olvidarme de todo esto… Gracias por tu valiente post!
Te has despachado bien, Paco,
y seguramente tienes razón por pura lógica. El pez huele mal desde la cabeza y de alguna manera esos jueces forman parte importante de ella