No sé qué piensan quienes leen mis post, pero yo estoy ya harto del continuo “que viene el lobo de la recesión” en el que vivimos. Estos días de crisis bancaria se vuelve a hablar de nuevo de la recesión que no acaba de llegar.
No sé qué pensais vosotros, pero por mí, ¡que venga la recesión y que venga ya!
Y que sea corta. Me da igual que sea suave o que sea dura (quizás ha de ser dura, porque la recesión es como una purga), pero que venga ya.
Y que ello permita tocar techo en el alza de tipos de interés de una vez (y no esta tortura continua), y racionalizar el consumo, que está aún en muchos sectores desatado, como si no hubiera un mañana (todos vemos las terrazas y los restaurantes llenos todos los días…).
Y que los tipos de interés del euro toquen techo en el entorno del 4-5% cuanto antes.
Y que la inflación vuelva al 2-3% cuanto antes, aunque sea, lógicamente, un poco más tarde.
En definitiva, que las aguas vuelvan, de algún modo, a su cauce.
Ya anticipaba en este blog que 2023 sería un mal año, con un primer semestre malo, como lo está siendo y un segundo semestre en el que empezaría a verse la luz al final de túnel.
Hoy los analistas hablan del no landing refiriéndose a que los tipos de interés quizás sigan altos mucho tiempo y que la inflación tarde en acabar de aterrizar. Espero que se equivoquen y que 2024 sea el año del landing.
¡Pero para que pase eso hemos de entrar en recesión ya! En ese sentido, la crisis bancaria puede que sea algo así como “agua de mayo”: una ayuda inesperada.
Veremos si tengo razón.
Un comentario inteligente, como siempre, Ferrán!
Hay analistas muy incentivados financieramente y muy capacitados, en grandes compañías como Goldman Sachs o McKinsey entre otras, que se han equivocado mucho en las predicciones financieras de todo tipo de los últimos 25 años. Tal vez la recesión no será como la describen, lo que no excluye que no haya que tener una buena estrategia que sirva para un mundo impredecible: seguir el comportamiento de los clientes, construir uno o más fosos de defensa, aprovechar las fortalezas que uno tenga o apostar más por cosas que no cambiarán, en lugar de predecir cómo cambiarán las cosas.
Y aunque la actitud es muy importante (energizarse, pasar a la acción y mirar hacia adelante con optimismo), esa actitud sin acciones inteligentes puede derivar en malos resultados cuando el entorno es difícil.
De todas maneras las recesiones son como una patada que nos merecemos y necesitamos muchos para volver a lo básico, a la disciplina de las cosas bien hechas y ejecutar a un nivel superior.
¡Feliz recesión! ;)