Querer es poder
Cuando salgo de viaje y veo con más claridad dónde estamos los españoles en relación al resto del mundo, y en especial en relación a aquellos con los que competimos directamente, me reafirmo en que querer es poder.
Quien cree en sí mismo y quiere algo con fuerza, puede con casi todo.
España ha tenido esa fuerza del deseo, ese electo de optimismo y de descaro en los últimos 20 ó 25 años. Desde la llegada de la democracia y la entrada en la Unión Europea. En este tiempo nos hemos reencontrado a nosotros mismos, hemos luchado por ser europeos, hemos perdido el miedo, nos hemos movido; y los resultados saltan a la vista. Hemos dado un paso de gigante.
Hemos pasado a ser la envidia (sana) de portugueses y latinoamericanos. Incluso en Italia se habla de España con admiración. Parece que todo lo hagamos bien. Cría fama y échate a dormir.
Pero seamos sinceros: seguimos siendo unos segundones.
Es ahora cuando deberíamos dar el siguiente salto. Aunque quizás sea ahora el más difícil. Antes pasamos de niños a adolescentes. Prometemos. Pero seguimos siendo eso, unos muchachotes que han crecido mucho en los últimos años, y que prometen, pero no somos adultos. No contamos aún en el mundo de los países adultos: USA, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Japón
Me preocupa que ahora nos falten ganas, actitudes, e incluso aptitudes, capacidades para ponernos a la altura: nivel de fluidez en inglés, acerbo cultural, conocimiento del mundo. Hablamos poco o mal el inglés. Nuestra educación deja mucho que desear, y no nos prepara para hablar o escribir bien, o hacer un informe o una presentación oral. Viajamos mal; es decir, no aprovechamos nuestros viajes para entender mejor los países que visitamos. En España es raro ver jóvenes que emprendan un viaje de larga duración por los principales países del mundo, por ejemplo los citados anteriormente, algo que es habitual entre los veinteañeros de esos países antes de empezar la cida laboral.
Ahora corremos el riesgo de apoltronarnos. ¿Vivimos demasiado bien? Nos faltan ganas de ser mejores. Quizás necesitamos visualizar nuevas metas. Lo peor que le puede pasar a un país es que pierda sus metas, que no las tenga, que crea que ya las ha alcanzado, o que nuevas metas son inalcanzables, o no son atractivas.
¿Queréis una meta?
Ser el país de referencia en el mundo por su calidad de vida y por su contribución con la calidad de vida de todo el planeta. Y ser admirados como el mejor país de las orillas del Mediterráneo, aquel con más influencia en Latinoamérica, desde México hasta Argentina, y con un papel crucial en relación a los países árabes, que contribuyó a la comprensión y colaboración entre árabes y cristianos, y reconcilió al mundo occidental con el mundo árabe. Los españoles deberían jugar, en ese entorno, un papel crucial en el siglo XXI, ¿no?