Quien soportará el coste del post COVID19
Aunque esta pandemia no está ni mucho menos superada, ya empieza a debatirse el cómo salir de la crisis y quién y cómo deberá soportar sus costes.
Yo me he hecho mi propia reflexión, que expongo con el deseo de ayudar a mis lectores a aclarar sus ideas, porque hemos de evitar las afirmaciones irreflexivas que ya empiezan a escucharse.
Lo primero que creo que debemos aceptar es que el esfuerzo necesario para salir adelante deberá ser soportado por todos de forma equitativa. Todos quiere decir los más poderosos y ricos y los menos. Obviamente que la claves es definir el modo para que se pueda considerar un reparto equitativo. Por ahí vendrán los problemas.
Otra cosa que también debemos tener clara es que, de modo directo o indirecto, quienes soportarán la crisis serán los ciudadanos, las familias. Tu familia, mi familia, o la de Amancio Ortega o Ana Botín. Porque detrás de las empresas o los gobiernos, no debemos olvidar que hay familias. Familias de los accionistas, los directivos o los trabajadores...
Esos son los tres entes que van a jugar aquí:
Ciudadanos: trabajadores, empresarios, ahorradores/inversores, jubilados, funcionarios...
Empresas: grandes, medianas, pequeñas, bancos...
Gobiernos: locales, nacionales o supranacionales, incluidos organismos públicos de todo tipo.
Esa triada va a apoyarse en los dos sistemas socio-económicos que son clave en nuestra sociedad:
El sistema financiero: bancos privados y públicos e instituciones financieras de todo tipo.
El sistema fiscal: los impuestos, los presupuestos de gasto, las ayudas en forma de subvenciones o préstamos, etc.
Entre esos 5 elementos, a través de múltiples mecanismos, habrá que encajar el desajuste que implica el parón económico y las consecuencias sociales que va a suponer el coronavirus.
Vuelvo a decir que, lo resolvamos como lo resolvamos, al final de todo hay ciudadanos, estén en España o en Alemania, sean ricos o pobres. Personas que verán afectada su vida y su economía por las medidas que se adopten. No entidades impersonales en las que hay quien puede pensar que acaba todo. Detrás de cada gobierno están sus ciudadanos, que pagan sus impuestos y cumplen sus directrices. detrás de cada empresa están sus accionistas y sus empleados, que cobran sus dividendos o sus salarios. Nadie querría sacrificar nada, pero todos habremos de hacerlo. El COVID19 va a impactar en sus vidas y en sus patrimonios, de un modo u otro.
De los 5 elementos que he citado al principio, queda claro que quienes tienen un mayor protagonismo son los gobiernos, porque están en lo alto de la pirámide e influyen en todos los demás: empresas, ciudadanos, sistema financiero y sistema fiscal. Pero eso no quiere decir que no sea importante el papel de cada uno de ellos.
Pensemos un poco en el papel que juegan.
Los ciudadanos
Ya he dicho, y repito, que ellos son, al final, los que han de poner en común sus esfuerzos para salir de esto. Para ayudarse entre ellos. Unos lo harán voluntariamente y otros obligados, pero ha de ser así. No son las empresas, por ejemplo, las que aportan o reciben fondos, sino que los aportan o reciben sus accionistas, directivos o trabajadores. No debemos olvidar eso cuando decimos "las empresas han de pagar más impuestos" o "las pymes han de recibir subvenciones". Las empresas no son entes abstractos e impersonales; detrás de cada una de ellas hay personas.
Cuando hablamos del gobierno, y por ejemplo decimos que "el gobierno debería pagar una renta básica", ya entendemos que hay personas que lo necesitan y que recibirán esa renta, pero no siempre caemos que ese dinero sale de otras personas, que deberán pagar más impuestos, o dejar de recibir rentas del gobierno (sueldos de funcionarios o subvenciones empresariales, por ejemplo). Los gobiernos no tienen una máquina de hacer dinero hasta el infinito. Si quieren gastar más de lo que ingresan deben pedir prestado (es lo que se llama la Deuda Pública) y lo que hacen entonces es ponerle una deuda a las generaciones venideras, que no podrán gastar todo lo que recauden sino que deberán pagar esos préstamos con sus intereses, como ya nos pasa ahora, por cierto.
Tras esta crisis todos los ciudadanos del mundo veremos reducido de un modo u otro nuestro patrimonio y nuestras expectativas económicas. A corto plazo será por la diferencia entre lo que recibamos del fondo común (en forma de ayudas o subvenciones) y lo que debamos aportar de más (en forma de impuestos). Además de la reducción de patrimonio que experimentaremos porque nuestra vivienda o nuestras acciones o nuestra empresa van a valer mucho menos, porque la economía va a entrar en recesión con fuerza, de la que no sabemos cuándo nos recuperaremos.
El sistema fiscal ya tenemos claro como actuará de mecanismo de reajuste entre unos ciudadanos y otros. ¿Cómo lo hará el sistema financiero? De diversas maneras.
Habrá ciudadanos que comprarán los bonos que emitan los diversos gobiernos. Puede que un ciudadano español compre un bono italiano, y uno italiano compre un bono del estado español. De esta manera los gobiernos podrán hacer frente a las ayudas a empresas y trabajadores.
Otros comprarán bonos emitidos por las empresas, para que no entren en concurso y así mantengan los puestos de trabajo.
Otros comprarán bonos de los bancos, o mantendrán depósitos en ellos, para que esos bancos les presten dinero a las empresas, los autónomos o a los ciudadanos directamente.
Las empresas
Las empresas hand e defender ante todo su viabilidad; es decir, su capacidad de seguir operando, de sobrevivir. Han de defender sus activos, sus marcas, sus productos, sus clientes, sus mercados y, por supuesto, a sus empleados y a sus accionistas.
Si cae una empresa, todos ellos quedan afectados. E indirectamente toda la sociedad.
La cifra de ventas caerá, los beneficios se reducirán, el empleo se reducirá, el valor de la empresa se hundirá, pero siempre vale más una empresa viva que una empresa muerta. La sociedad no se puede permitir que las empresas mueran, y del mismo modo que los médicos y sanitarios han luchado por que las personas no mueran (o que sean las mínimas), hay que luchar por que no mueran las empresas. Aunque hay que asumir que las más débiles morirán. Y así como a las personas no las podemos resucitar, a las empresas si que las podemos refundar. Pueden empezar de nuevo, o fusionarse con empresas más grande so más fuertes. El resultado final no debe ser necesariamente negativo, como he explicado en uno de mis post.
La forma en que las empresas sean tratadas por el sistema fiscal y el financiero, con el apoyo de los gobiernos, será clave para que la mortalidad sea la menor posible. Es un escenario similar al de los hospitales. Hay que diagnosticarlas y tratarlas, y a aquellas en peor estado hay que ponerlas en la UCI, para ver si alguna puede salvarse.
Pero habrá que admitir que también aquí habrá fallecidos.
Recomponer el escenario empresarial no será fácil, los gobiernos deberán ejercer de árbitros en ese reequilibrio para que sea rápido y justo.
Los gobiernos
En ese papel de gestionar el reparto de las ayudas y los costes de este proceso de reequilibrado al que nos enfrentamos todos, están todos los gobiernos del mundo. En al caso español hay tres niveles de gobierno especialmente implicados:
La Unión Europea
El Gobierno de España
El gobierno de nuestra comunidad autónoma
Todos los gobiernos han de hacer frente con sus recursos a los desequilibrios que se produzcan en sus zonas de influencia, y coordinarse a su vez entre ellos.
Los recursos de todos los gobiernos provienen de sus presupuestos. Cuando aparece un gasto inesperado (como es el caso) tienen tres vías de actuación, que pueden y deben utilizar de forma simultanea:
Tratar de aumentar los ingresos, lo que implica básicamente subir los impuestos existentes o crear nuevos impuestos, siempre en el ámbito de su autoridad: La UE a los países, el Gobierno de España a sus ciudadanos y empresas (incluidos los bancos y los clubs deportivos, por ejemplo), los gobiernos de las comunidades a los ciudadanos y empresas en el ámbito de su comunidad y en el contexto de la legislación nacional.
Reducir los gastos de todas las partidas del presupuesto en la medida que sea posible. Por ejemplo el sueldo de los funcionarios públicos o el de los políticos. Y reducir o incluso eliminar las inversiones, aplazándolas lo máximo posible. Como hará cualquier empresa.
Pedir dinero prestado, sea a instancias superiores o a los mercados financieros (si están dispuestos a prestárselos), para poder gastar más de lo que ingresan.
Como ya he dicho antes, cuando un gobierno se endeuda está pasando una carga a sus ciudadanos del futuro.
El sistema financiero
Lo conforman los bancos centrales de cada moneda (en nuestro caso el Banco Central Europeo junto a los bancos centrales de cada país) y los bancos y entidades financieras de cada país, los mercados financieros (las bolsas) y, en definitiva, los inversores.
A ellos acudirán los ciudadanos, las empresas y los gobiernos a pedir prestado el dinero que necesiten para hacer frente a las necesidades especiales provocadas por esta crisis. Alguna de estas peticiones será de dinero nuevo, y otras serán de aplazamiento (o condonación) de préstamos antiguos. Serán negociaciones tensas.
El sistema financiero prestará en función de las expectativas de recuperación de lo prestado. En este aspecto será clave que los entes superiores respalden y avalen, si cabe, a los inferiores: las empresas a los ciudadanos, los gobiernos a las empresas y los entes supranacionales a los gobiernos.
La cúpula de esos sistemas financieros, y sobre todo los bancos centrales más importantes, destacando la FED norteamericana y el BCE europeo, va a jugar un papel capital (nunca mejor dicho) en esta crisis y en la rapidez y coste de su recuperación.
En conclusión
Todo va a depender de la rapidez con que la economía se recupere, de modo que se eviten quiebras en cadena y se evite entrar en un círculo vicioso letal para todo el sistema.
Lógicamente, los países, empresas y ciudadanos que estén menos endeudados, que tengan mayores reservas para utilizar en estos momentos, son los que saldrán mejor parados. Quienes tengan un exceso de endeudamiento y no puedan acceder al crédito, tendrán muy difícil la salida. Los gobiernos endeudados (como Italia y España) habrán de hacer recortes más serios en sus gastos actuales. En ese contexto se enclava la dura discusión que se está llevando a término estos días en la Unión Europea. Es posible que hablemos de congelación de pensiones y sueldos de funcionarios, si no en recortes. Y, como ya he dicho, congelación de inversiones.
Las empresas lo tendrán más complicado. En cualquier caso habrán de:
Congelar dividendos
Congelar inversiones
Recortar personal no esencial
Rebajar sueldos
Recortar gastos superfluos y renegociar contratos, como los de alquiler
Vender o reducir activos (oficinas, naves, mquinaria...). He escrito un post en ese sentido.
Los ciudadanos que necesiten endeudarse y no tengan opción de hacerlo deberán recortar gastos al máximo y prescindir de gastos como, por ejemplo:
ocio, viajes
renovación de mobiliario
renovación de automóviles
Quizás haya quien deba plantearse la venta de sus inmuebles, aunque los precios van a ir a la baja, lo mismo que los alquileres.
En suma, vamos a enfrentarnos a un tsunami que marcará una época. Habrá un antes y un después de a crisis del COVID19. Ya nadie lo discute. Dejará un rastro de cambio profundo en los cinco ámbitos que menciono en este post. ¡Y sobre todo en los ciudadanos! Nadie está a salvo.