La lectura del magnífico informe mensual de Banca March que recibo puntualmente me ha hecho reflexionar sobre hacia dónde va Europa ahora que la administración Trump ha decidido romper los lazos de amistad y cooperación que nos unían desde décadas.
Trump está decidido a implantar su versión simple del America First contra viento y marea. Y lo hace sin medir las consecuencias. Eliminando ayudas y poniendo aranceles.
Todo ello pensando que mágicamente los consumidores americanos pasarán a consumir productos locales y que las fábricas americanas podrán cubrir esa nueva demanda. De hoy para mañana.
Y que sus aranceles no producirán inflación, tanto en los productos importados como en los nacionales, generando un círculo vicioso de caída de la demanda y el peligro de una recesión económica en Estados Unidos y en el mundo en general.
No ha medido bien sus pasos. A lo mejor no le importa o no es consciente de ello.
Su plan es: pongo aranceles y recaudo mucho dinero, que pasa a las arcas del Estado, eso me permite rebajar impuestos (que es otra de sus promesas) y con eso refuerzo el MAGA, creando un círculo virtuoso: loa americanos tienen más dinero y consumen más productos americanos, con ello se crea más empleo, y por tanto se consume más y vuelta a empezar.
Pero ¿encajarán todas las piezas? Tengo serias dudas.
Y el margen de actuación que le deja el déficit público y la deuda pública norteamericana es muy estrecho. El déficit público es del 6,6% del PIB (enorme) y la deuda pública del 123% del PIB (enorme también).
Los recortes que lleva hechos (a piensa hacer) en el gasto público (de la mano de su amigo Musk) no llegan al 1% del PIB. Por tanto el margen que tiene para bajar impuestos es muy poco. Y recordemos que había prometido en campaña, por ejemplo, bajar el equivalente al Impuesto de Sociedades del 21 al 15%.
En medio de ese panorama, no es de extrañar que se busque enemigos entre sus amigos. El principal, Europa. Una Europa que, según ellos, “vive a costa de los Estados Unidos”. Que se aprovecha de ellos. Y eso están dispuestos a que acabe. Empezando por la defensa, y siguiendo por el USAid y muchos otros capítulos.
Lo estamos viendo con la presión a la OTAN o con las conversaciones en el chat de SIgnal en las que afirman que están atacando a los yemeníes hutíes en el Estrecho de Ormuz para beneficio de los europeos, “que nos han de pagar este favor que les estamos haciendo”.
Hay una parte de verdad en que los europeos estábamos muy cómodos contando con que el Imperio Americano era nuestro “primo de Zumosol” de la OTAN ante las amenazas externas; en especial, de Rusia. Pero de ahí a considerar, como dicen los fanáticos de la pandilla de Trump que la UE se creó para fastidiar a EEUU hay un gran trecho.
Ahora resulta que tenemos dos enemigos: por un lado, Rusia, y por el otro Estados Unidos. Y no sabemos si China es amigo o enemigo. Quizás las dos cosas.
Pero, en fin, como digo, no hay mal que por bien no venga. El elefante en cacharrería Trump (¿viene de trompa?) nos va a recordar a todos que hemos de espabilarnos. Y espabilarse nos aboca a problemas a corto plazo pero, espero, nos ha de hacer avanzar en la buena dirección a medio y largo plazo.
¿Y cuál es la buena dirección? Pues la de avanzar en más Europa y mejor Europa. Sabemos qué hemos de hacer, pero nos hace falta un empujón para hacerlo. Y no sólo se trata de la defensa, que también (pero a nuestro estilo y a nuestro ritmo), sino en avanzar hacia los Estados Unidos de Europa, en materia de gobernanza, fiscal, bancaria, laboral, etc. El informe Draghi marcó el camino. A ver si ahora tenemos el coraje de seguirlo.
Alemania ha dado el primer paso en muchos sentidos. Incluso apartando a un lado a la extrema derecha, aunque sin menospreciar a sus votantes, cuyas preocupaciones deben afrontarse, en especial la gestión de la inmigración que Europa necesita, pero ordenada. Es el país que está em mejor disposición de hacerlo. Tiene sólo un déficit público del 2% del PIB y una deuda del 63% del PIB (que muchos querríamos). Francia no puede, con un 6% y un 113% respectivamente.
Pero el camino a seguir está ahí. Y es el único. Más Europa es el futuro. Menos Europa es la muerte del ideal europeo, la supeditación total a los imperios americano y chino, y el conflicto permanente con Rusia.