Aceptamos la mediocridad como algo normal. No aspiramos a nada mejor. Ya no nos sorprende que los productos que compramos o usamos, que los servicios que recibimos o las actuaciones profesionales a las que asistimos sean mediocres, por no decir malas. ¡Hemos interiorizado la mediocridad!
¡Rechacemos la mediocridad que nos rodea!
¡Rechacemos la mediocridad que nos rodea!
¡Rechacemos la mediocridad que nos rodea!
Aceptamos la mediocridad como algo normal. No aspiramos a nada mejor. Ya no nos sorprende que los productos que compramos o usamos, que los servicios que recibimos o las actuaciones profesionales a las que asistimos sean mediocres, por no decir malas. ¡Hemos interiorizado la mediocridad!