Reflexiones sobre la creación de valor
El próximo jueves impartiré un seminario en la escuela de negocios ITAE de Badajoz. Eso me ha hecho pensar en qué consiste la creación de valor. Dicho de forma directa, consiste en darle al capital una mayor rentabilidad que la mínima esperada por éste. Si se le paga la rentabilidad mínima, o menos, no se crea valor. Si se le paga más del mínimo exigido, se crea valor. O, dicho de otro modo, la empresa vale más. Es, por tanto, muy importante entender cuál es esa rentabilidad esperada. La rentabilidad mínima exigia está en función de dos factores: - la rentabilidad de referencia que se obtiene invirtiendo sin riesgo la (rentabilidad mínima del dinero) - la prima de riesgo que se le exija a la empresa en la que se está invirtiendo. Este reconocimiento sirve tanto para quien invierte en la constitución de una empresa, como para quien suscribe una ampliación de capital o para quien entra en una sociedad comprando las acciones de otros socios.
Pero, ¿cómo se hace para crear valor? Tomando el capital de los accionistas e invirtiéndolo en activos cuya explotación proporcione una rentabilidad superior a la rentabilidad mínima esperada por el capital. Dicho proceso mejora cuando se produce un fenómeno que se conoce como “apalancamiento”. Consiste en “apalancar”, potenciar la creación de valor recurriendo al capital de terceros no accionistas. Dicho capital de terceros puede ser aportado sin coste o con coste: - Sin coste: procedente de proveedores o acreedores, a quienes se paga a plazo (es lo que podemos llamar el apalancamiento “operativo o comercial”). - Con coste: procedente de prestamistas financieros (bancos, obligacionistas, bonistas), que cobran intereses. Es positivo en tanto en cuanto el coste sea inferior a la rentabilidad que se saca de los activos en los que se invierte el capital prestado.