Saber qué se es, qué se quiere ser, y marcarse un rumbo propio
Definir la estrategia de una empresa exige, lo primero de todo, saber qué se es, qué capacidades se tiene, sin autoengañarse, pero tratando de sintetizar en qué se destaca, qué se tiene que otros no tienen, para apoyarse en eso. Aprovechar sus habilidades y conocer sus propias debilidades, para utilizarlas, como David contra Goliat. No hay Goliat invencible si se sabe actuar con las armas adecuadas, como hizo David.
Luego requiere saber qué se quiere ser, ponerse una meta, suficientemente ambiciosa para generar ilusión y exigir esfuerzo, porque sólo el esfuerzo conlleva un premio, pero razonablemente realista, conseguible. Sólo los locos se ponen metas imposibles. Y sólo los que saben muy bien lo que son y lo quieren ser triunfan.
Por último, marcarse un rumbo propio, diferenciado, que aproveche las mareas y las corrientes, pero que esquive los escollos. Y que no se cruce con el de ningún otro, porque siguiendo el curso de los demás sólo se consigue llegar segundo, y a los segundos no los recuerda nadie.